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«En la batalla contra el amianto se tiene que implicar la sociedad, como en Casale»

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Giampiero ROSSI
Periodista y autor del libro «La lana de la salamandra»

En 2008 publicó «La lana de la salamandra», que abrió al mundo la lucha sindical, laboral, social y judicial contra la multinacional Eternit en la ciudad italiana de Casale Monferrato, que trabajaba con amianto. CCOO ha publicado este verano el libro en castellano, que ha estado coordinado por Ángel Cárcoba. Giampiero Rossi considera que la lucha en esa ciudad «puede y debe» exportarse al mundo.

Juanjo BASTERRA |

Giampiero Rossi, periodista y escritor italiano, experto en amianto, detalló en el libro «La lana de la salamandra» (ediciones GPS) la lucha de los habitantes de Casale Monferrato de la región del Piamonte en contra de la planta de la multinacional Eternit, propiedad de Stephan Schmidheiny y el barón Louis Cartier de Merchienne. Rossi explica a GARA la necesidad de que se extienda esta lucha y se denuncien los efectos dramáticos y mortales que está causando el mineral cancerígeno.

Alrededor de 3.000 personas fueron afectadas por las fibras de amianto en la citada localidad italiana. Según indica Rossi, el último juicio, que se inició en la primavera pasada, concluirá de forma definitiva entre abril o mayo del próximo año, cuando se cierren los recursos. Se reclaman penas de doce años de cárcel e indemnizaciones millonarias a los familiares de los afectados. En Italia, el amianto ha afectado a trabajadores de Monfalcone, Taranto, Génova, Basilicata, Sardegna, Palermo... El autor italiano dice que «en estos lugares, la lucha parece que va más lenta, pero el caso de Monfalcone es emblemático porque ha resurgido un movimiento de viudas que no tiene aún el respaldo de la vía judicial. Es lo que está pasando en muchos lugares del mundo, donde las leyes y los poderes económicos limitan la lucha de la sociedad contra los efectos mortales del amianto».

Por su experiencia, ¿qué casos destacaría de luchas como Casale Monferrato en Italia?

Acabo de volver de una presentación de «La lana de la Salamandra» en Brasil. Participé en dos ciudades, Simoes Filho (Salvador de Bahía) y Osaco (Sâo Paulo) con exactamente la misma situación de Casale Monferrato. Se trabaja aún con amianto, porque la ley federal no lo prohíbe. Hay muertos, enfermos de cáncer, pero sobre todo hay mucho dolor y lucha. Allí, igual que en otros lugares, hay hambre de justicia. En el mundo hay muchos lugares como los de Italia, incluso peores. El amianto debe prohibirse de forma total, pero, aun y todo, no será suficiente para evitar las muertes y el sufrimiento. Sus daños van a convivir entre nosotros muchos años.

¿Por qué cree que los gobiernos, la Justicia y los empresarios callan y tratan de ocultar este grave problema, que Angel Cárcoba sitúa entre las pandemias más importantes de este siglo?

Es una cuestión de dinero. Por dos razones: donde hay un lobby de amianto fuerte, hay dinero para silenciar a los políticos. Donde no hay ese grupo de presión empresarial, existe el problema de limpiar y sanear el territorio de amianto, se da dinero a los ex trabajadores,con indemnizaciones o jubilaciones anticipadas. Pero cuesta mucho dar esos pasos, como se comprueba en cada lugar. Primero se trata de ocultar.

¿Qué papel juegan los medios de comunicación en esta lucha?

A los medios de comunicación nos espera una sola cosa: informar; decir la verdad. Sé que es una verdad amarga, pero muy importante para millones de personas. El problema del amianto se extiende entre las familias. Es universal, pero es cierto que no es ni simpático ni agradable, por los intereses que esconde. Es mejor hablar de las mujeres de Berlusconi.

¿Qué acosejaría a las asociaciones de afectados, los sindicatos y la población para sacar a la luz el grave problema?

La historia de Casale es importante y ejemplar, por el modo en que se desarrolló. Fue lenta pero constante; fue una lucha sindical, popular, política, económica y judicial. Toda la sociedad se movió para esta batalla, pero no fue fácil en un comienzo, que nadie piense que surgió de la noche a la mañana. Como se cuenta en el libro, fue necesaria mucha paciencia y tesón de sindicalistas con mucho coraje. La idea que prevaleció ante el problema que generó Eternit fue que es mejor moverse pronto, sin esperar a que se acumulasen demasiados muertos. Así se comenzó una lucha importante y que se ha convertido en un símbolo para otros muchos afectados y pueblos.

¿Habría que prohibir a nivel mundial la utilización y producción de amianto?

Sí, completamente. Es la única vía para parar este drama. No hay otro remedio. Y después habrá que invertir para sanear donde se encuentra el amianto y avanzar en la investigación médica para sanar a los enfermos. Para anticiparnos a los nuevos casos que seguirán produciéndose.

Es de la opinión de que se debe establecer un fondo de compensación económica, adoptar medidas de prejubilación de trabajadores que han estado en contacto con el amianto

Sí, sí. Sería adecuado. El problema es que no hay el dinero para todos, entonces siempre es una «guerra de pobres». Es conveniente para dar una solución.

¿Qué conclusión obtiene del libro, que se publicó en 2008?

La mía personal es una conclusión que me indica que valió la pena escribir este libro. La atención que estoy encontrando en el Estado español, en Brasil, en el Estado francés y también en Estados Unidos me dice que es una historia que merecía ser contada. Esto significa, ni más ni menos, que hay una falta de información sobre este tema y que la información puede ser muy importante, decisiva.

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