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Maite Ubiria Periodista

Las olvidadas de la reforma de pensiones

Los gobiernos acostumbran a dar lecturas falseadas de la realidad, pero la ciudadanía raramente se equivoca. Sondeo clarificador: el 91% de los consultados asegura que la reforma de pensiones que ha aprobado en primera lectura la Asamblea Nacional perpetuará la desigualdad entre mujeres y hombres en el mundo laboral.

La reforma fue denunciada ayer en las calles de Baiona, a las puertas de una jornada de huelga que puede marcar un punto y seguido hacia el endurecimiento de las movilizaciones.

Una mirada somera al mercado laboral permite ya atisbar que tras el trabajador jubilado más pobre asoma una mujer.

Las mujeres, en el país que celebra estos días el 40 aniversario del florecimiento del movimiento feminista, ganan una media del 18% menos que sus compañeros de trabajo varones.

Las mujeres, en la patria de las dos Simone, Beauvoir y Véil, ocupan el 82% de los trabajos a tiempo parcial y aquellas que optan por la maternidad, lejos de verse compensadas por su aportación al bienestar colectivo, se ven seriamente penalizadas al final de su vida laboral.

Cuando París habla de ampliar la edad de la jubilación a 62 años oculta que la mayoría de mujeres trabaja ya los dos años suplementarios que pretende generalizar la reforma y que incluso un 30% de las trabajadoras se ven obligadas a esperar hasta los 65 años para acceder a una pensión completa.

«He trabajado educando a mis hijos y apoyando la carrera de mi esposo, hace poco he recibido el cálculo de la pensión que cobraré cuando cumpla 65 años: 331 euros». El testimonio de una mujer, de nombre Nanou, en un fórum de internet, resume con claridad una situación injusta.

Esta política de castigo social se traduce en que 4 de cada 10 mujeres cobran pensiones inferiores a los 600 euros.

Los sindicatos han pasado más bien de refilón sobre el aspecto más lacerante de la reforma. La cuestión de genero pocas veces se sitúa en el carril central del discurso público, con suerte es un argumento adyacente. Salvo cuando un presidente ahogado por los escándalos necesita un salvavidas.

Sarkozy se ha acordado de que el 70% de las mujeres de más de 60 años votó por él en 2007 y ha instado a sus legisladores a maquillar el desatino. Nosotras parias, pero pobre él. La ciudadanía ya no se equivoca.

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