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Alizia Stürtze Historiadora

Fiestas en estado de excepción

Cuando Denis Itxaso exige algo tan surrealista como «unas fiestas higiénicas» para subvencionar y permitir los Porrontxos, además de sus fobias personales, está poniendo en Afortunadamente, el problema es que ellos tienen un problema: y es que estos Porrontxos 2010 están siendo multitudinarios

Un verano más, y cada vez con mayor descaro, interior de Lakua y las autoridades municipales se han esmerado en reprimir, criminalizar e intentar eliminar del espacio público toda expresión del modelo festivo activo, altruista, euskaldun, paritario y participativo. Modelo que la creatividad y capacidad lúdica de nuestro pueblo ha logrado ir insertando y desarrollando, con éxito indudable, en las plúmbeas celebraciones oficiales orquestadas desde los consistorios con un cada vez más visible y preocupante afán privatizador, españolizador, uniformizador y de consumismo individualista.

Cualquier excusa ha sido buena para atacar a txosnas, cuadrillas y comisiones de fiestas, para censurar la libertad de expresión, policializar la calle, y, en definitiva, intentar socavar esa capacidad de autoorganización, baile, risa y alegría, reivindicación y creación, que subyace tras las fiestas populares en general y las de Euskal Herria en particular, y que, por su capacidad subversiva latente, tanto teme el poder.

Este setiembre de 2010, Odón Elorza, alcalde de Donostia, y Denis Itxaso, concejal de Cultura, Juventud, Festejos y demás hierbas, han ahondado aún más en su línea represiva de años anteriores, y, tras amenazar con prohibir los ya tradicionales Porrontxos del barrio de Egia, han decidido retener la subvención correspondiente, han recortado el espacio festivo y no cesan de utilizar los medios para lanzar todo tipo de mensajes intimidatorios contra los organizadores, propios de un estado de excepción y de alcaldías de infausto recuerdo. En definitiva, que sus ganas de cargarse Porrontxos siguen intactas y no piensan desperdiciar la ocasión que les ofrece Ares para, como denunciaban desde Adierazi EH, tener a todo el personal festivo sometido a la «prueba del algodón», que es como decir a la arbitrariedad más absoluta y fascistoide.

Las encuestas demuestran, al parecer, que, en cuestión de fiestas oficiales en la CAV, el modelo de la Semana Grande donostiarra pierde por goleada, y que se libra gracias a iniciativas alternativas como las del colectivo Donostiako Piratak y su Abordatzera, cuyo enorme éxito, muy a pesar del equipo de Elorza, ha venido a demostrar lo que llevan años negando (y reprimiendo): la necesidad de los donostiarras (y muchos de sus visitantes) de disfrutar de unas fiestas propias, divertidas, autocríticas, espontáneas, contraculturales, políticamente incorrectas... unas fiestas que visibilicen esas voces que el poder y sus sofisticadas técnicas de sometimiento quieren ocultar, y que, desde luego, incluyen el derecho a solidarizarse con los presos y a exhibir todo tipo de reivindicaciones populares.

Según esto, en pura lógica democrática e incluso de marketing, esas autoridades de «festejos» que en estos momentos planean como buitres sobre Porrontxos, tendrían que estar debatiendo sobre el fracaso de su modelo festivo, ese de los helados, los fuegos y los conciertos tecno-pop españoles, que han sustituido a las verbenas de siempre para, en teoría, «atraer al mayor número de ciudadanos del sur de Francia». Y en la práctica, convertir la fiesta y el baile en individualismo autista.

Es decir, el tal equipo, ese al que no le ha quedado más remedio que incorporar el abordaje de Donostiako Piratak a su programa festivo, tenía que estar en estos momentos agachando las orejas y apoyando las populares y exitosas fiestas de Egia, ideadas, mantenidas y recreadas año tras año por la gente del barrio (la que paga impuestos municipales); que cuentan con una más que notable participación juvenil y no tan juvenil; con las que se han solidarizado cuadrillas y comparsas de todo Euskal Herria; y que, frente a la arrogancia y el dictatorial dogmatismo de Elorza e Itxaso, han mostrado capacidad de desarrollar un programa fresco y atractivo, unas movilizaciones y una página web llenas de ironía y de inteligencia (www.porrontxojaiak.org) y una encomiable capacidad de diálogo y negociación.

El problema es que esa «lógica democrática» no existe y que, cuando Denis Itxaso (cual César que con su pulgar decide tu perdón o tu ejecución) exige algo tan surrealista como «unas fiestas higiénicas» para subvencionar y permitir la celebración de los Porrontxos, está poniendo en evidencia, además de sus fobias personales, las consignas tácticas y estratégicas de su partido (aunque no sólo del suyo) de ir eliminando o, si no es posible, dificultando hasta el límite, toda expresión popular que tenga que ver con la reivindicación de la plaza pública como lugar de encuentro y de contrapoder, y de la creatividad lúdico-festiva como modo de resistencia colectiva y de transgresión.

El problema es que, cuando Odón Elorza dice que «la inmensa mayoría del barrio está con el Ayuntamiento» y que su sola preocupación es «velar por la calidad de vida de los vecinos de Egia» está mintiendo cínicamente, entre otras muchas cosas porque jamás ha tenido en cuenta la opinión ciudadana acerca de muchos de sus ruinosos y muy discutidos proyectos, y porque esa paternalista preocupación por el derecho a dormir de los egiatarras se le diluye cuando se trata de «sus fiestas».

Afortunadamente, el problema es que ellos tienen un problema: y es que estos Porrontxos 2010 están siendo multitudinarios y les va a resultar difícil cumplir con las órdenes recibidas de convertir las fiestas de Egia en el chivo expiatorio de su estrategia.

Al que viene a jorobar/ Cierra la muralla/

Al que viene a disfrutar/ Abre la muralla...

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