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Tras recibir ayudas millonarias, la banca se resiste a contribuir a la salida de la crisis

La Unión Europea ha dispuesto el 31,4% de su PIB para apoyar al sector bancario. Estas ayudas han puesto patas arriba los presupuestos públicos, que han tenido que ser socorridos por las pensiones, salarios públicos y gastos sociales. Las entidades financieras se niegan ahora a poner su parte.

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GARA I

La banca europea se resiste a contribuir a la salida de la crisis. Pese a haber recibido ayudas millonarias desde que estalló la crisis financiera, y a que trabajadores, pensionistas y la sociedad en general ya están cargando, a la fuerza, con el peso de los ajustes y reformas que aplican los gobiernos, las entidades bancarias siguen quedando al margen. Incluso cuando se menciona la posibilidad de que paguen, exponen una serie de argumentos en contra.

La actual crisis económica comenzó con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Los estados, desde EEUU hasta los de la Unión Europea, se apresuraron a rescatar a las entidades salpicadas por las hipotecas basura a través de garantías de depósitos o bien directamente de inyecciones de capital que llegaron a nacionalizar grandes bancos. También juega este papel de respaldo a su actividad el Fondo de Reordenación Bancaria -FROB,- del Estado español que ayuda a las fusiones de cajas y, sobre todo, a su conversión en bancos privados. Una ley de cajas hecha a su medida es otro de los regalos de la administración española.

Después llegarían nuevos rescates bajo otras fórmulas, como el plan de apoyo a Grecia impulsado por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como el fondo para respaldar a los estados más endeudados de la Unión. En el fondo, se trataba de garantizar que los bancos, poseedores de los títulos de deuda griegos, españoles o portugueses, vieran asegurado el cobro de los mismos. De paso, la crisis contribuyó a aumentar el tipo de interés de esta deuda y los ingresos de estos bancos.

Eslovaquia discrepa

Pero algunos socios de la Unión Europea no comparten estas urgencias por las ayudas a Grecia. En una entrevista realizada por Efe la semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores eslovaco, Mikulas Dzurinda, volvió a criticar la ayuda financiera concedida al país heleno, tras completarse la transferencia de 9.000 millones de euros del segundo tramo concedido por la eurozona y el FMI. A cambio de estos fondos, impusieron a las autoridades griegas la aplicación del draconiano plan de ahorro que pagan actualmente trabajadores y pensionistas.

«La ayuda financiera a Grecia es un error», señaló en esta entrevista Dzurinda. La ayuda fue aprobada por el anterior Gobierno eslovaco, pero el actual Ejecutivo de Eslovaquia ha desestimado conceder un préstamo bilateral de 800 millones de euros a Grecia. «Estoy seguro de que existían alternativas. La principal cuestión en este sentido es quién gana con la ayuda a Grecia», dijo el ministro. A su juicio, está claro que «los beneficiarios son los bancos comerciales».

«¿A quién ayudamos con la ayuda financiera, a los políticos responsables o irresponsables?. Es un error, sobre todo a largo plazo, porque sostiene a políticos que dejaron que la deuda subiera en 1980 del 25% del producto interior bruto (PIB) hasta el 150%. Es tan fácil ser populista, acrecentar la deuda y comprar votos». El mandatario eslovaco no cree que, por la postura de Bratislava en el caso griego, la Unión Europea (UE) tome medidas de castigo contra su país, ya que «no infringimos ningún acuerdo».

El 31,4% del PIB europeo

Según el gabinete de estudios del sindicato ELA, durante el año 2009 la intervención pública ha supuesto la aprobación de 3,7 billones de euros destinados al sector bancario en los Veintisiete estados de la UE, es decir, el 31,4% de la riqueza generada en toda la Unión el año pasado. En el caso español, calcula que las ayudas ascendieron a 230.000 millones, lo que equivale al 21,9% del PIB.

Aunque no toda esta cantidad se ha hecho efectiva, sí se ha transferido 1,5 billones de euros, el 12,7% del PIB europeo. ELA destaca que, por cada habitante de la UE, la banca ha recibido 3.000 euros, «una cantidad similar al gasto público en sanidad y en educación». Además, el resto sigue disponible para utilizarse en el futuro.

Producto de este gasto en ayudar a la banca ha sido el déficit público que los gobiernos hacen pagar ahora mediante el recorte del gasto público.

Pero si se ha beneficiado de ese esfuerzo social, ¿cómo ha contribuido la banca a este gasto?. Mientras los rescates y recortes del gasto se aprobaron en tiempo récord, un mayor control de los mercados financieros o la aprobación de una tasa a los bancos con la que crear un fondo que financie rescates en caso de nuevas crisis se hacen esperar.

El pasado día 12, los principales bancos centrales mundiales acordaron elevar hasta el 7% las reservas de capital para hacer frente a posibles turbulencias, entre otras medidas, como aumentar su capital básico -el ratio denominado Tier I- y a mantener un mínimo de acciones ordinarias del 4,5% (un 7% en períodos de bonanza).

Pero todas estas medidas todavía deben ser aprobadas por los veinte países más industrializados y, aun así, su plazo de ejecución es muy relajado. No comenzarían a introducirse hasta enero de 2013 y su aplicación total sólo llegaría en 2019, doce años después del estallido de la crisis. de la que fueron responsables los propios bancos.

Botín no quiere pagar

En el Estado español, el presidente del principal grupo bancario, Emilio Botín, ha dado un claro ejemplo de esta resistencia a dejar de ganar dinero y poner su parte.

El máximo mandatario del Grupo Santander aseguró que aplicar un impuesto al sector financiero no es la medida adecuada para evitar que el contribuyente tenga que asumir los costes de la crisis, calificó de inadmisible esa opción, y sostuvo que la tasa obstaculizaría la recuperación.

Durante el discurso que pronunció en la III Conferencia Internacional de Banca, Botín vinculó la buena marcha de su negocio a la de toda la economía, al asegurar que «no hay economía sana sin banca sana», por lo que subrayó que el sector privado y en concreto la banca tienen que tener «un papel clave» en el incipiente proceso de recuperación económica.

Tras indicar que la quiebra de Lehman Brothers fue «el desencadenante de la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión» y admitir que «grandes entidades tuvieron que ser rescatadas por el sector público», consideró que «sólo ahora empezamos a recuperarnos de la recesión más profunda de las últimas décadas».

En su opinión, «ahora el reto es consolidar un crecimiento sostenido, apoyado en un sistema financiero sólido, solvente y eficiente». Alabó la «decidida» actuación de gobiernos y autoridades monetarias hace dos años para hacer frente a la crisis, cuando avales, garantías e inyecciones de capital respaldaron a las entidades financieras ante los riesgos que habían asumido.

A su juicio, esta intervención evitó el desastre, ya que se tomaron importantes medidas que permitieron que «ahora tengamos una economía en recuperación, una banca incluso más solvente que antes de la crisis y un marco regulatorio y supervisor en proceso de ser reforzado». Sin embargo, rechazó una intervención igual de decidida para que la banca pague un impuesto. El argumento básico de las entidades se basa en que una tasa a los bancos retrasaría el crecimiento. A juicio de Botín, ahora, «el reto es consolidar un crecimiento sostenido, apoyado en un sistema financiero sólido, solvente y eficiente». Por eso, dijo que el debate no debe centrarse en gravar a la banca con una tasa especial, sino en tomar las medidas que permitan que el sistema financiero funcione correctamente y que se reduzca la probabilidad de que haya nuevas crisis.

El presidente del grupo Santander, no obstante, sí apoya que los sacrificios sigan recayendo sobre el resto de la población, ya que, en el mismo foro, señaló que «el ajuste presupuestario y la reforma de las pensiones y del mercado de trabajo, junto a la reestructuración del sistema financiero, constituyen la batería de reformas necesarias» para recuperar la confianza en la economía.

El Banco de Inglaterra reconoce que el rescate financiero fue injusto

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, ha reconocido ante los sindicatos británicos que la crisis originada en el sector financiero y el consiguiente rescate de los bancos fueron injustos por sus efectos nocivos en la economía real y para el conjunto de los ciudadanos. En una extraordinaria intervención durante el 142 congreso de la confederación de sindicatos Trade Union Congress (TUC), recogida por Efe, la segunda de un gobernador de un banco central en su historia, King admitió que la caída del sistema se debió a la falta de visión de los financieros y los políticos. «Se nos escapó de las manos», manifestó. El gobernador pareció simpatizar con los sindicalistas al coincidir con uno de ellos, que le hizo una pregunta, en que debería combatirse con más ahínco la evasión fiscal por parte de los ricos.

La comparecencia de King, figura clave en la orquestación de la respuesta oficial a la crisis, motivó que miembros del importante sindicato del Transporte RMT, entre ellos su líder, Bob Crow, abandonaran la sala, con el argumento de que habían ido al congreso para escuchar a los afiliados. El gobernador aseguró entender la rabia que sentían los trabajadores por las consecuencias de una crisis que no provocaron y en relación a las enormes primas que se siguen cobrando en el sector financiero, y señaló que hace falta una «reforma radical» del sistema.

Sin embargo, King insistió en que es necesario hacer recortes del gasto público para reducir el elevado déficit estatal, ya que, si no, podría producirse una recaída en la recesión. No obstante, admitió que hay muchas maneras de abordar esas reducciones presupuestarias y animó a los delegados a presentar alternativas. El congreso del TUC de este año se centra en analizar su respuesta a los recortes masivos programados por el Gobierno que consideran que ya han causado la pérdida de 150.000 puestos de trabajo. GARA

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