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Ante el derbi de El Sadar

Dos lecturas de una derrota

Pese a que Osasuna y Real concluyeron la tercera jornada con los mismos puntos con los que terminaron la segunda, las sensaciones tras los partidos ante Mallorca y Real Madrid son antagónicas en las horas previas a un derbi que vuelve tres temporadas después.

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Natxo MATXIN-Jon ORMAZABAL I

Osasuna y Real se presentan al derbi de mañana en El Sadar tras cosechar sendas derrotas pero, si como dijo aquél, el fútbol es un estado de ánimo, rojillos y txuriurdines lo afrontan en las antípodas, ya que mientras los navarros volvieron a ofrecer una imagen plena de apatía e impotencia, los guipuzcoanos salieron reforzados tras someter a todo un Real Madrid, que sólo los pudo vencer de rebote.

Aunque todavía esto no ha hecho nada más que empezar, lamentablemente Osasuna está pareciéndose en exceso a aquella Real que, tras coquetear tres años con el descenso, terminó hundiéndose en el fango. Y es que también son varios los años en los que los rojillos han apostado por parchear las situaciones con fichajes y decisiones demasiado puntuales y personales, arrinconando cada vez más a la gente de casa, y los síntomas que emite no son nada halagüeños.

Al margen de esa capacidad realizadora que el equipo tanto echa en falta últimamente, Osasuna ha perdido algo más grave, el alma, y está claro que, sin esa garra y esa pasión, no pasa de ser un equipo vulgar, como la imagen mostrada no ya sólo en Mallorca, sino también ante Almería y Real Madrid.

Lección aprendida

Le ha costado demasiado tiempo y disgustos, pero la Real parece haber vuelto a encontrar su norte y así se explica que el sábado saliera ovacionada después de haber caído derrotada, ante el Madrid, pero derrotada.

Obligados por las circunstancias, la juventud y la cantera han tomado el mando y eso se notó ante el Madrid. Los realistas adolecieron de la falta de efectividad que exhibió la galaxia merengue, pero con esa presión, esa intensidad y esa frescura con la que tutearon a los madridistas resultó suficiente y descubrieron al gran público a jugadores como Xabi Prieto, Zurutuza o Griezmann.

Además de una gran taquilla, la unión entre equipo y afición vivida en Anoeta también sirve para cargar las pilas, mientras por Iruñea el propio Camacho comienza a sembrar dudas sobre el apoyo de las gradas de El Sadar, como si en casi dos años no hubiese tenido tiempo suficiente para darse cuenta de que es precisamente ése el activo más importante del club.

Todos estos son los detalles que hacen que, mientras en un bando la estrategia provoque acabar con la imbatibilidad de Casillas, en el otro sólo sirve para cometer un penalti absurdo, para que se vea la botella casi llena en un lado y casi sin nada en el otro. Eso sí, sin olvidar que un triunfo local igualaría a ambos en la tabla y la lectura resultaría, otra vez, muy diferente.

El duelo de ex compañeros en la portería quedará exento

Uno de los platos fuertes que muchos aficionados estaban esperando cuando conocieron la fecha del derbi entre Osasuna y Real era visualizar el duelo cara a cara entre dos porteros que lucharon en su momento por estar bajo los palos de la misma portería -Asier Riesgo y Claudio Bravo-, pero se van a quedar con las ganas.

El debarra, que entró en la convocatoria para Mallorca, no estará en el once inicial, entre otras cosas por los recientes problemas físicos que ha padecido, pero sobre todo por el magnífico momento de forma por el que pasa Ricardo, que le hace ser al madrileño insustituible en la meta rojilla. Un encuentro, en cualquier caso, especial para el futbolista guipuzcoano, a la par que «bonito y con mucha intensidad».

Y en el que los puntos en juego tienen mucho valor, especialmente por el lado local. «El fútbol cambia de una semana para otra y, si ganamos, incluso podemos pasarle a la Real en la clasificación. El martes se puede hablar de todo lo contrario a lo que se oye ahora y debemos demostrar que vamos a tirar para adelante», explicó el cancerbero osasunista.

Por contra, Bravo sí que estará en El Sadar para intentar ser el último obstáculo en los ataques locales. Un portero, el chileno, que vio cómo nada pudo hacer este pasado sábado ante la genialidad de Di María y la mala fortuna del lanzamiento de Cristiano Ronaldo, lo que le dejó con un regusto «amargo», pero con la satisfacción de que su equipo «peleó de igual a igual contra uno de los mejores». J.O-N.M.

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