CRíTICA zinemaldia
«Bal», El mundo de Yusuf
Koldo LANDALUZE I
Con “Bal” (“Miel”), el turco Semih Kaplanoglu cierra su Trilogía Yusuf que inició en el 2007 con “Yumurta” (“Huevo”) y prosiguió con “Süt” (“Leche”). La primera fue un retrato de madurez con un Yusuf poeta que regresa a sus bosques originales tras la muerte de su madre; en “Süt” Yusuf es un poco más joven y nos recuerda la penalidades que pasó junto a su madre cuando su padre falleció. Como colofón, “Bal” nos descubre al Yusuf niño que apenas sabe leer y ayuda a su padre apicultor en sus labores. El arranque es excelente: de entre los árboles, un hombre y su mulo detienen el paso ante un árbol gigantesco, el personaje lanza una soga hacia las alturas del árbol y comienza a trepar. La rama donde quedó enganchada la soga cruje, el hombre se asoma al vacío y queda suspendido en las alturas.
Kaplanoglu ha apostado por un estilo cinematográfico naturalista en el que prima la captación de emociones mediante los sonidos y las miradas. Un difícil reto si no se tiene entre manos una trama con suficiente fuerza como mantener la atención e interés del espectador que asiste como convidado de piedra a las peripecias infantiles que el niño Yusuf comparte en el colegio o junto a sus padres. Lenta, excesivamente plana, la película está sustentada en un argumento que no es tal ya que todo él es una especie de anecdotario a ratos inconexo en el que prima, sobre todo, la presencia y mirada del precoz actor protagonista; un peso excesivo para un chaval que tiene su principal baza interpretativa en su natural y muy expresiva mirada. Kaplanoglu se ha fiado en exceso del lirismo poético que emana de la naturaleza y sus habitantes y se ha olvidado de contarnos una historia. El metraje es un bello muestrario de postales rurales y sonidos campestres donde la palabra apenas tiene cabida. Para colmo de males, la excelente secuencia final no cuenta con el debido desarrollo al final de la película y apenas aporta empaque a la catarsis que nace de una rama rota y deriva en lágrimas, congoja y sueños en mitad de un bosque.