ZINEMALDIA
«Siempre he entendido que mi profesión no es un trabajo de figuras»
Actor y premio Zinemira
Iniciado en los escenarios teatrales, Álex Angulo (Erandio, 1953) debutó en el cine con «La fuga de Segovia» (1981) y su interpretación del padre Ángel Berriartua en «El día de la Bestia» (1995) le valió un gran reconocimiento. Dentro de la Sección Oficial a concurso ha presentado «El Gran Vázquez» y esta noche recibirá el premio Zinemira dentro de la Gala del Cine Vasco que se celebrará en Victoria Eugenia.
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
¿Qué sensaciones alberga antes de recibir el premio Zinemira?
Agradecimiento, alegría... me servirá para calmar ese ego que se asoma cuando decimos «a mí nunca me han dado un premio». Es un reconocimiento a tu labor y te recuerda que también existes. Por otra parte, me gustaría dar las gracias a todos los que han hecho posible esto: a quienes me han dado un papel en sus películas y a ese jurado que ha decidido que debo ser homenajeado o premiado. Yo creo que es un premio muy repartido para toda la gente que, como yo, representa a una tipología de personajes muy cercanos al ciudadano corriente.
Entre el público que estará presente durante la entrega del premio habrá muchos compañeros de profesión. ¿Qué puede pasar por su mente en un momento así?
Siempre he entendido que mi profesión no es un trabajo de figuras, es un trabajo de equipo. Me parecen tan necesarios los actores como los guionistas, el director, técnicos o, aunque pueda parecer una recurrencia muy manida, hasta el becario que se encarga de llevar los cafés. Mis compañeros saben que ellos son igualmente merecedores de todos los premios que puedan darme a mí. En ese aspecto, soy un privilegiado. Me gustaría que ellos y ellas se consideraran igual de premiados que yo.
En su caso, la felicitación es doble, ya que estrenó en Zinemaldia su última película, «El Gran Vázquez».
Creo que nunca he estrenado una película en Donostia. Pero, además, estrenarla dentro de la Sección Oficial de Zinemaldia y a concurso, es un orgullo añadido. Es una gran suerte...¡Ya era hora! Fueron instantes de mucho nerviosismo.
¿Qué nos encontramos en «El Gran Vázquez»?
Es la historia verdadera de Manolo Vázquez, un dibujante de tebeos muy conocido durante la etapa dorada de la editorial Bruguera en los 50-60. Fue el creador de personajes tan conocidos como los «Anacleto Agente Secreto», «La familia Cebolleta» o «Las hermanas Gilda». Era un tío talentoso y bastante iconoclasta, anárquico. Tuvo once hijos y estuvo en prisión en tres ocasiones, una de ellas acusado de bigamia. Era una especie de representante de los que no se conformaban con lo que se estaba viviendo en aquella época. Supo transmitir todo ello a través de sus viñetas y eso, para quienes entonces éramos niños, supuso una especie de ventana abierta a una realidad social que nos brindaba la oportunidad de elegir qué tipo de héroes queríamos ser. No es una comedia al uso, pero sí que nos puede remitir a esos inolvidables clásicos de la comedia italiana de los 60.
Vuelve a coincidir con Santiago Segura.
Es estupendo. Me alegro muchísimo de esta nueva coincidencia y a ver si resulta tan bien como «El día de la Bestia». Santiago Segura ha llevado a cabo una excelente interpretación y su parecido físico con el Vázquez original es más que razonable.
La vida de Vázquez fue apasionante. Una vida al límite en todos los sentidos y con un código de conducta muy personal que contrastaba con los modelos sociales preestablecidos. En su vida se atisba cierto poso de tragicomedia.
Claro que sí. Optó por un modelo de vida que no era nada placentero, no era nada corriente. Su ideario era vivir a contracorriente y fue consecuente con ello durante toda su existencia. Era un moroso temible... la gente que vivía con él padecía muchas veces los daños colaterales de su conducta. Pagó muy fuerte su apuesta por un ideario anárquico e inconformista.
¿Cuál es su papel en esta película?
Mi personaje no es real. No es alguien que se cruzó en la vida de Vázquez; es su antagonista. Es un tipo que representa lo serio, es el funcionario que cumple todas las normas escrupulosamente y hace que los demás las cumplan. Su rectitud es incuestionable, es bueno, amable, comprensivo, paga puntualmente las letras del coche, su ideario vital se resume en casarse y tener muchos hijos porque, en aquella sociedad de los 60, había que ser más papista que el propio Franco. Simboliza todo aquello que nos vendió el Franquismo y la Iglesia: un escaparate sombrío.
La conciencia a la que Vázquez nunca hizo excesivo caso.
Exacto. De alguna manera, soy la conciencia judeo-cristiana de quien se empeña en saltarse las normas establecidas.
Teatro, televisión, cine...
Son los tres caminos que conforman la vida y trabajo de un actor. Yo creo que si pudiéramos hacer las tres cosas a la vez, las haríamos. Pero, menos mal, que lo que tenemos que tratar de hacer es buscar esa añoranza del medio en el que no hemos estado durante un prolongado espacio de tiempo. En realidad, no tengo una elección concreta sobre el medio en el cual me siento más a gusto pero, últimamente, me apetece hacer más televisión y cine. El teatro es mucho más sufrido.
¿Cuáles son sus proyectos más inminentes?
Voy a comenzar una teleserie que llevará por título «República» y pertenece a la misma productora que hizo «La Señora». Es una recreación sentimental y social enmarcada durante los días de la República.
No es la primera vez que le vemos en ese periodo histórico.
Yo creo que las historias las cuentas mucho mejor si las has vivido o has estado muy cerca de ellas. Son las referencias que te llegan de tus padres o abuelos. A lo mejor, es la historia que nos toca contar. Aunque, hay quien dice que ya está hasta el cogote de estas historias del pasado. Pero yo supongo que todavía queda mucho por contar.
Cuando se dice de usted que simboliza la tipología del ciudadano medio con el que nos tropezamos todos los días y que sigue la estela de grandes cómicos como José Luis López Vázquez o Alfredo Landa, ¿qué opina?
¡Ojalá fuera así! Sería increíble llegar a conseguir ser un maestro como los que has citado. Cuando interpreto mis personajes, procuro fijarme en la gente común de la calle, es una buena escuela. Sí es cierto que se me asocia a esa tipología y estoy muy orgulloso de ello.
Al contrario de lo que ocurre en Hollywood, ¿cree que no se le da la importancia que debería a los actores secundarios?
Igual es que somos así de cafres. Sí, es verdad que en la industria norteamericana, los actores secundarios están muy bien considerados. Quizás, aquí no pensamos que la película no sólo las hacen los actores protagonistas y el director. Detrás de cada proyecto hay una multitud de trabajadores cuyo esfuerzo es indispensable para poder sacarlo adelante. Un protagonista sin su antagonista va a quedar siempre cojo y si la chica va a quedar un poco cojo y solo. El cine, sin los actores secundarios sería inconcebible.
Lo cierto es que, en su carrera, hubo un punto de inflexión en cuanto se vistió la sotana del padre Berriartua.
Sí, desde luego. Pero lo fue antes para el público por que yo llevaba haciendo teatro desde hacía igual diez o quince años. Antes ya había participado en películas como «La fuga de Segovia», «Tú novia está loca» o «Acción mutante», del propio Álex de la Iglesia. Al igual que muchos actores de mi generación, tuve que aprender a trabajar en el cine y descubrí que este medio también estaba hecho para los actores que, hasta ese momento, sólo hacíamos teatro. Pero, sí es cierto que gracias al padre Berriartua, a la oportunidad que Álex de la Iglesia me dio para participar en «El día de la Bestia», me dio la responsabilidad de abordar un personaje protagonista. Aquella película me enseñó a aprender mucho más cómo era esta profesión y cómo deben abordarse los personajes. De todas formas, esta escuela no termina nunca porque, todavía, seguimos aprendiendo.