CRÍTICA cine
«El americano»
Koldo LANDALUZE
Está claro que para muchos cineastas actuales, el western, se ha convertido en un género de autor y este filme, dirigido por el holandés Anton Corbijn, lo es; es un western en toda regla que lanza oportunos guiños a clásicos de los sesenta como aquel magnífico polar de Jean-Pierre Melville titulado “El silencio de un hombre”.
Sin excesivas pretensiones, el argumento apuesta por los infalibles arquetipos del género a la hora de desarrollar el viaje hacia ninguna parte que emprende un asesino a sueldo solitario que, mientras ultima los preparativos del que será su último y definitivo trabajo, recala a un olvidado pueblo enclavado en las montañas de Italia. En esta escenografía agreste, el protagonista –un tipo silente, culto y aficionado a las mariposas- descubre un nuevo estilo de vida que le llevará a entablar relaciones con el cura local, una joven y los nativos de la localidad. El extranjero observa a través de la ventana, pasea entre callejas, atiende las obligaciones de su negocio y se deja ver por el prostíbulo del pueblo. George Clooney aporta su poderosa presencia a este personaje límite y de ribetes crepusculares que se verá en la obligación de reencontrarse con sus fantasmas del pasado.
El autor de “Control” se ha decantado por un estilo austero en el que imperan los silencios, el enigma y los tempos pausados para describir la presencia del extranjero en un espacio tan anacrónico para él. Envuelta en una excelente fotografía, la película no es la prototípica propuesta de acción convencional sino un aplicado ejercicio de estilo en el que no hay cabida para la originalidad y sí para el pleno disfrute de los arquetipos y las situaciones consabidas bien resueltas. Bien planificada, dejando la puerta entreabierta para que entren a escena las sombras que acechan al protagonista, “El americano” permite el pleno disfrute de un western-thriller rodado a la vieja usanza. El encanto de lo añejo se asoma en este tiempo de balas y reflexiones muy bien calibradas.