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ZINEMALDIA

El minimalismo poético de Naomi Kawase

Iratxe Fresneda Profesora de Comunicación Audiovisual

Su apuesta cinematográfica y vital no es convencional, pero ni falta que le hace. Naomi Kawase filma aquello de la vida que le conmueve, todo aquello que necesita conocer, entender. Ver una de sus cintas es asomarse a su interior, al mismo tiempo que al de una misma, porque todos los seres humanos tenemos intereses y necesidades comunes. Los de Kawase persiguen dar forma a sus recuerdos, a sus dudas y temores y, el alumbramiento, es algo que incumbe a toda la humanidad, así de grande suena y así de grande es, la vida misma. Precisamente ese comienzo de la vida es el eje central de su historia, una historia en la que un anciano tocólogo en el cenit de su carrera abre las puertas de su clínica en la que un grupo de mujeres se prepara para parir lejos de las inhumanas condiciones que impone la ginecología moderna. Sus métodos nada usuales (como ver a una embarazada de siete meses partir madera con un hacha) al mismo tiempo que intimidan nos hacen reflexionar acerca de lo mucho que nos alejamos de la naturaleza para abrazarnos a la mal llamada civilización. «Genpin» es una película en la que hay momentos sublimes, pedazos de realidad cargados de ternura y emoción, maravillosos. Lejos de los convencionalismos formales, en su búsqueda de una escritura cinematográfica propia, la realizadora japonesa huye del perfeccionismo para mantenerse cerquita de la realidad, abrazarla y mostrarnos así la magia de la vida. Su película parece antes sentida que pensada y por eso emociona, a pesar de sus imperfecciones. Y, ¿qué es el cine sino emoción?

 
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