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ZINEMALDIA

«The Christening»

Koldo LANDALUZE

En su segunda experiencia detrás de la cámara, Marcin Wrona apuesta por un filme de género como es el thriller y lo envuelve en un halo de drama que permite subrayar los elementos más trágicos de una historia protagonizada por dos amigos cuyo reencuentro está determinado por el bautismo del hijo de uno de ellos. Alejados por un suceso que obligó a que se distaciaran –un robo fallido–, retomarán su complicidad pasada en un presente sacudido por el miedo que se intuye alrededor de ellos. Uno regresó del ejército con intención de reinsertarse en la sociedad y el otro vive aparentemente bien establecido junto a su compañera y su hijo recién nacido. Ambos han dejado su pasado delicitivo pero, como dictan los arquetipos del género, los fantasmas del pasado aguardan para cobrar su venganza.

Wrona utiliza un tempo comedido, no abusa de las estridencias técnicas y su estilo espartano se amolda a la perfección a unos personajes rudos y abocados a un callejón sin salida. Dividida en siete días, la trama confecciona progresivamente las entrañas de los personajes y nos descubre los porqués de la situación extrema que deben acometer y las difusas consecuencias que conllevará este último acto. Siempre cerca de ellos, se intuye la estela cercana de un gángster sin escrúpulos que recordará en todo momento que él es quien dicta los destinos de quienes le rodean. Contundente y afilado, este thriller goza con el refuerzo interpretativo de unos actores que han sabido amoldarse a las personalidades de unos personajes tallados a golpe de cincel y desencanto. El excesivo tensionamiento en la recta final quizás sea el pequeño lastre con el cuenta este ejercicio de estilo bien acabado. Wrona nos redescubre una de las máximas del género, lo duro y complejo que resulta la redención cuando se camina sobre una cuerda floja que cruza un precipicio.

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