Parece que fue ayer cuando inauguramos este pequeño espacio festivalero y ya estamos a las puertas de la clausura y pendientes de las quinielas a favor de una u otra cinta. Imagino que, como sucede año tras año, será difícil para el jurado contentar a todos, más aún cuando la Sección Oficial a concurso ha suscitado cierta indiferencia entre la prensa especializada. Pero no hablemos aún del final, porque todavía nos queda festival por disfrutar antes de decirle adiós, hasta la próxima. Quizás éste no ha sido un año de estrellas rutilantes, pero sí de pequeños proyectos interesantes, puede incluso que los peliculones estén acechando a la vuelta de la esquina y el año que viene nos sintamos desbordados ante tanto talento suelto por Donostia. Mejorando lo presente, porque talento no se le puede negar a alguien tan, digamos, humilde como Naomi Kawase. Una realizadora que gana en las distancias cortas («humanamente» hablando), además de tener un discurso propio que defiende sin un ápice de beligerancia. Tampoco John Sayles, el amigo americano del festival (que no se pierde uno), se queda corto en lo que a atractivo personal se refiere. En un casi perfecto castellano, ha defendido con simpatía «Amigo», una cinta que es una especie de curiosidad histórica en la que llama la atención la teatralización de muchas de las secuencias (he escuchado comentarios que la describían como un cuento para niños) y el preciosismo de cada una de sus imágenes. Por cierto, por fin una película en la que los personajes hablan el idioma que les corresponde...