La paternidad precoz en familias rotas
«Abel»
El actor mexicano Diego Luna debuta en la dirección de forma triunfal con el personal drama familiar «Abel», ganador en el reciente Donostia Zinemaldia del Premio Horizontes Latinos y del Premio de la Juventud.
M.I. | DONOSTIA
Diego Luna no ha tenido problema en sumarse a la lista de cineastas mexicanos que, aún trabajando en Hollywood, conservan su identidad cultural. Los conoce bien gracias a su trabajo interpretativo, pero lo importante es que ha sabido estar a la altura de esa representación de exiliados artísticos que forman los hermanos Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Guillermo Arriaga o Luis Mandoki. Al igual que ellos, ha obtenido el reconocimiento internacional detrás de la cámara, aportando su visión personal a una problemática que hoy en día interesa tanto como la de la disfuncionalidad familiar.
Por lo visto, en su ópera prima «Abel», Diego Luna apunta hacia un cine intimista, contado en voz baja y sin estridencias. Un cine que acierta a combinar drama y comedia de forma natural, gracias al trabajo con los actores. Dado que los protagonistas son niños, la dirección exigía una especial delicadeza, en cuanto prolongación de un trabajo de cásting igual de meditado. El debutante ha encontrado mucho juego en los hermanos Christopher y Gerardo Ruiz-Esparza, con la ventaja que aporta el que ya se conozcas y estén compenetrados.
Aunque Abel es mayor que Paúl, lo cierto es que nunca ha ejercido de hermano mayor y sufre una pérdida del habla, seguramente voluntaria, que le ha conducido a verse bajo tratamiento siquiátrico. Su madre cree que puede hacerle bien salir de la institución mental en la que se encuentra recluido y convivir durante unos días con su familia. El remedio se revela milagroso, ya que ante la ausencia paterna, reacciona y asume la figura de precoz patriarca, incluso ante su hermana de más edad.
Ahí reside el efecto sorpresa de tan personal película, pues choca ver a un niño tomando decisiones de adulto y, dentro de su capacidad intelectual, comportándose como el hombre de la casa, aunque a veces su falta de experiencia y de conocimiento le obligue a imitar a los mayores por el lado más inventivo y fabulador. Luego, cuando el verdadero padre, encarnado por José Maria Yazpik, reaparezca, se negará a reconocerle como tal, por no haber querido llevar adelante su responsabilidad en el pasado.
Dirección: Diego Luna.
Guión: Diego Luna y Augusto Mendoza.
Intérpretes: Christopher Ruiz-Esparza, José Maria Yazpik, Karina Gidi, Carlos Aragón.
Fotografía: Patrick Murguia.
País: México, 2010.
Duración: 83 minutos.
Aunque Abel es mayor que Paúl, lo cierto es que nunca ha ejercido de hermano mayor y sufre una pérdida del habla, seguramente voluntaria, que le ha conducido a verse bajo tratamiento siquiátrico.