El jueves resultó muy negativo para el ciclismo porque los casos de Contador, Mosquera y David García perjudican a un deporte que paga su exceso de celo en la lucha antidopaje. La Xunta de Galicia aprovechó ese mismo día para certificar la defunción de su equipo ciclista, aunque ni en sus dos casos ni en el de Contador hay aún sanciones deportivas. Hay que respetar la presunción de inocencia y recordar que el ciclismo es la especialidad, con muchísima diferencia sobre cualquier otra, en la que más controles y seguimiento médico hay para evitar el dopaje y el porcentaje de positivos es ínfimo para la cantidad de análisis practicados. A pesar de toda esa lucha y de esa realidad, la sensación es contraria porque en otras disciplinas apenas hay controles antidopaje y, por lo tanto, no se habla de positivos.

En el caso de Contador lo sorprendente es cómo la UCI ha ocultado un positivo más de un mes, por las consecuencias que tiene para el ciclismo un escándalo de un tricampeón del Tour. Parece justificarse por la pequeña cantidad de clembuterol resultante en el análisis, pero basta para ser positivo. Y si se confirma, debe ser sancionado como cualquier otro. En el caso hay dos versiones. La difundida por Contador, que atribuye la causa de la presencia de clembuterol en su organismo al supuesto consumo de un solomillo comprado en Irun. El madrileño dijo que lo comió dos días seguidos para no desperdiciarlo -pese a que no es la dieta ideal en vísperas de la etapa clave del Tour- y Vinokourov ninguna. Algo a lo que médicos consultados no dan credibilidad porque sostienen que para ello habría que comer kilos de carne de ganado alimentada con clembuterol. Esa teoría ha molestado a los ganaderos, que recuerdan que el uso de clembuterol está prohibido. Sobre todo ha sentado mal en Irun y Gipuzkoa, más si no se presenta una factura o más datos.

La otra es la difundida por distintos medios, que desvelan que en la orina del madrileño se han encontrado restos de las bolsas que se utilizan para conservar la sangre de las transfusiones y que indicarían que, en la jornada de descanso de Pau previa a la etapa decisiva del Tourmalet, se inyectó sangre extraída tras consumir esa sustancia. A favor del madrileño juega que el método utilizado para detectar esos restos no tiene aún un reconocimiento científico. Mientras sigue la investigación y cada uno se decanta por una versión, conviene recordar que en el Tour hubo centenares de análisis y sólo uno ha dado positivo y con dudas.