Juan Mari Arregi Periodista
¿Guerra de cifras?
Los medios informativos que tendrían que ser reflejo de la realidad y fotografiarla objetivamente, deberían ser independientes de los convocantes y de las fuentes oficiales -policiales o gubernamentales- y ofrecer su propia visión
El franquismo ha dejado, entre tantas cosas, algunas malas costumbres en los medios informativos, sobre todo cuando se trata de reflejar las cifras de una manifestación, de una concentración o de una huelga general. Para el franquismo la participación en sus manifestaciones-concentraciones era siempre de un millón de personas. Que, por supuesto, nadie las contaba ni nadie explicaba de dónde salía tanta gente. Tras el franquismo, los partidos políticos y sindicatos, especialmente los mayoritarios, siempre han abusado de las cifras hablando de medio millón o un millón o más donde no había ni 50.000 personas. La última manifestación en Madrid de CCOO y UGT, durante la pasada huelga general, es todavía hoy un bochornoso ejemplo. Donde el rotativo español «El País», que en este caso sí explicó su sistema de recuento, vio 95.500 manifestantes, los sindicatos dijeron ver ¡500.000!
Desde su nacimiento, en 1977, «Egin» empezó a romper esa dinámica franquista ofreciendo siempre sus propias cifras y explicando su sistema de recuento. No fue fácil abrirse camino porque a veces ni la base social y política de «Egin» lo entendió, aunque poco a poco lo fue asumiendo. Y el resto de medios informativos vascos se vio obligado también a resituarse al respecto. Quien firma esta reflexión tuvo, junto a otros compañeros, sus problemas para sacar adelante un sistema que, aunque discutible y cuestionable, era, creo, y mientras no se ofrezcan otros mejores sigue siendo, una forma razonable de fotografiar la realidad.
GARA, que en este campo recogió el testigo, fue el único medio informativo que ofreció cifras de la gran manifestación celebrada en Bilbo el pasado sábado en contra de las prohibición de manifestaciones y a favor de todos los derechos civiles y políticos. Y no sólo se comprometió con una cifra concreta, 46.000 personas; explicó además su sistema de recuento. Su sistema podría ser discutible y cuestionable. Es, sin embargo, su sistema y lo explica. Y, además, es razonable. El resto de medios informativos, como de costumbre, se limitó a cifrar la participación en la manifestación entre los «varios miles» y las «decenas de miles de personas», sin que el lector o televidente u oyente pudiera saber cuántas personas son esos «varios miles», esas «decenas de miles» o esos «milaka eta milaka». Un único medio, catalán, que cifró la manifestación en «miles de personas», añadió la cifra de los organizadores, 40.000, según su corresponsal.
Así, por poner varios ejemplos, «Berria» hablaba de «milaka eta milaka». «Deia» y el resto de diarios del Grupo Noticias, cifraban en «varios miles de personas». «El Correo Español» y «El Diario Vasco» recurrían a las «decenas de miles de personas». A esa misma expresión recurrían «El País» y «Público». «El Mundo» escogía lo de «varios miles de personas». «El Periódico», de Catalunya, hablaba de «miles de personas», aunque luego ponía en boca de los organizadores la cifra de 40.000 personas...
La manifestación celebrada en Bilbo el pasado sábado, día 2 de octubre, ha puesto así, de nuevo, sobre el tapete la cuestión de las cifras de asistentes. Esta misma cuestión se podría trasladar también al tema de la participación en una huelga general, ahora que en Euskal Herria se han registrado ya más de cuatro en lo que va de año. ¿Las cifras de asistentes a una manifestación o participantes en una huelga general son relevantes o no? Son relevantes porque no es lo mismo que una convocatoria de huelga general o manifestación tenga 1.000, 5.000, 20.000, 46.000, 50.000 o 100.000 seguidores. Y los apoyos a un proyecto o a un nuevo escenario político vasco, de lo que se trataba este fin de semana, son relevantes. Muy relevantes.
Si es algo relevante, como es lógico, ¿por qué los periódicos y distintos medios de información, que deberían ser quienes ofrecieran la mejor fotografía de la realidad, no lo tienen en cuenta y en consecuencia no ofrecen objetivamente lo que han visto y además han aplicado un sistema de recuento? ¿Por qué los convocantes de una manifestación o de una huelga general tienden siempre a exagerar y nunca explican su sistema de recuento? ¿Por qué a veces los medios informativos no se comprometen con una cifra y se acogen a las que ofrecen los convocantes o la Policía municipal o los delegados de gobierno, que nunca explican cómo han hecho el recuento?
La relevancia de la participación en las manifestaciones o huelgas generales es tan evidente que todo el mundo al día siguiente habla de «guerra de cifras». No habría «guerra de cifras» si hubiera un sistema único de recuento. Como no puede haber «guerra de cifras» cuando se trata de un proceso electoral. Como una manifestación o una huelga general no es un acto electoral, es decir que cada participante entrega una papeleta y luego se recuenta, hay que buscar un sistema de recuento. Si, por ejemplo, las manifestaciones concluyeran en los campos de futbol o rugby en Bilbo, Donostia, Gasteiz, Iruñea, o Baiona, el recuento sería, casi siempre, muy riguroso. Pero no es el caso. Al menos, hasta ahora.
Por ello, los medios informativos que tendrían que ser reflejo de la realidad y fotografiarla objetivamente, deberían ser independientes de los convocantes y de las fuentes oficiales -policiales o gubernamentales- y ofrecer su propia visión y, en el caso de las cifras de participación en una u otra manifestación o huelga general, ofrecer su propia cifra y, además, la explicación de su sistema de recuento. Y si, además de su cifra propia, quieren ofrecer las que aporten los convocantes de esos actos o las fuentes policiales o gubernamentales, que se les exija aportar también su sistema de recuento. Ya se sabe que las fuentes de los convocantes, policiales o gubernamentales siempre favorecen a sus partidarios. A veces, la realidad es distinta a la que ellos puedan ofrecer. Y el camino, también el de este nuevo escenario político, se hace con la verdad por delante.