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Camille no ha dejado rastro desde hace ocho meses y se teme que haya muerto

Camille, el último oso autóctono del Pirineo vasco, podría estar ya muerto. La última fotografía de este plantígrado fue tomada por las cámaras de seguimiento el 5 de febrero de este año. Desde entonces no se ha encontrado rastro de él y tampoco consta ningún ataque.
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Iñaki VIGOR |

La voz de alarma sobre la probable muerte de Camille la lanzó ayer Ecologistas en Acción. Después de ocho meses sin hallar ni una sola pista sobre este emblemático animal, esta asociación considera que «casi» se puede certificar su muerte.

El último ejemplar de oso pardo pirenaico que vivía de forma permanente en el Pirineo vasco se había convertido en todo un símbolo. En Europa, donde no hay simios, la figura del oso es la que más se acerca a la humana de todo el reino animal. Su carácter antropomórfico, unido a la gran dificultad para domesticarlo, han convertido a este plantígrado en el ser más legendario de nuestra fauna.

En Euskal Herria muy pocas personas pueden presumir de haber visto un oso en plena libertad. A sus casi 25 años, el viejo Camille representaba el esfuerzo de una especie milenaria por sobrevivir en un mundo cada vez más hostil para los animales que ansían vivir libres.

Durante siglos, el animal salvaje más grande del Pirineo ha sido combatido con trampas, venenos, armas de fuego, batidas con perros, incendios e incluso con granadas. El resultado de esta implacable persecución no podía ser otro que el exterminio de los ejemplares autóctonos. Y así ha sido. O así está a punto de ser.

La agonía de una especie

Durante esta última década Camille ha representado la agonía de la especie en suelo vasco. Su nombre francés le viene de sus andanzas en el valle de Aspe, antes de que decidiera trasladarse al Pirineo navarro-oscense a mediados de los años 90.

Aquel macho solitario solía desplazarse de forma esporádica hacia los valles de Erronkari, Hecho y Ansó, donde acabó por asentarse sólo dos años después de la muerte de la osa Claude en 1994. En la vertiente sur de la cordillera Camille encontraba abundantes ovejas sin vigilancia, mientras que en la vertiente norteña tenía el inconveniente de los pastores y de los mastines que vigilan casi de forma constante a los rebaños.

En la época de celo regresaba a los valles de Aspe y Ossau a cortejar a Canelle, pero allí se encontraba con la competencia de Papillon, un enorme macho contra el que poco podía hacer. De hecho, la zona de hibernación de Camille fue localizada en Nafarroa, concretamente en el término de Ikalterrea. Allí, bajo los altivos picos de Ezkaurre, lejos de explotaciones y molestias humanas, ha sobrevivido los últimos inviernos.

Camille encontró morada y comida en tierra vasca, pero quedó condenado a no tener descendencia. Además, ya había alcanzado una edad crítica. En abril del pasado año fue fotografiado por un guarda del Gobierno de Nafarroa y se confirmó que padecía un problema de caída de pelo en los cuartos traseros. Consiguió superar el invierno, pero desde febrero ya no se ha visto rastro de él.

Ello confirmaría «el más negro de los presagios», afirma Ecologistas en Acción, que denuncia la «contumaz negligencia» de las administraciones de Nafarroa y Aragón. A la primera le acusa de realizar un plan «obsoleto» de recuperación de la especie, y a la segunda de «desidia e incumplimiento» en la elaboración de un plan obligatorio.

Desde febrero

Desde el 5 de febrero no se tiene ninguna noticia del último ejemplar de oso pardo pirenaico que vivía de forma permanente en el Pirineo vasco. Aquel día fue fotografiado con las cámaras utilizadas para su seguimiento.

Se asentó en 1996

Aquel macho solitario solía desplazarse de forma esporádica desde Aspe a los valles de Erronkari, Hecho y Ansó, donde acabó por asentarse en 1996. Desde entonces ha sido un símbolo de la lucha por la supervivencia.

«Desidia»

La ausencia de rastros de Camille hace pensar a Ecologistas en Acción que «casi» está certificada su muerte. Acusa al Gobierno navarro de llevar a cabo un plan «obsoleto» de recuperación de una especie protegida.

Aspe, Neré y Canelito, a la espera de hembras para sostener la especie en el Pirineo occidental

Si se confirma la muerte de Camille, sólo quedarán en el Pirineo occidental tres osos, y los tres son machos. Aspe es el único ejemplar autóctono, se le atribuye una edad de entre 16 y 19 años, y su hábitat preferido es el valle de Aspe, del que ha recibido su nombre. Neré es un gran macho esloveno que fue reintroducido en el Pirineo central, pero que también se mueve por el valle de Aspe y otras zonas del Pirineo bearnés y aragonés. Sus huellas también han sido avistadas en territorio navarro, donde suele hacer incursiones esporádicas desde hace un par de años. El tercer ejemplar es Canelito, el osezno de diez meses que logró escapar cuando un cazador francés abatió a tiros a su madre, Canelle, frente al Chemin de la Mâture. Aquella muerte causó una gran conmoción, porque era la última hembra autóctona del Pirineo. Huérfano y solitario, Canelito consiguió sobrevivir en aquel duro invierno. Ahora tiene seis años de vida y, al igual que Aspe y Neré, sigue esperando la reintroducción de hembras para poder perpetuar su especie. I.V.

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