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Carlo Frabetti Escritor y matemático

Gramática de la realidad

Cualquiera que teclee en un buscador los términos «tortura» y «España» se encontrará con más de dos millones de entradas, entre las que destacan las insistentes denuncias de Amnistía Internacional y de los relatores de la ONU

Hace cuarenta años, el gran escritor y pedagogo italiano Gianni Rodari publicó «Gramática de la fantasía», una recopilación de artículos en los que expone su revolucionaria visión de la literatura infantil y del arte de contar historias. Entre otras muchas cosas, Rodari propone la técnica del «binomio fantástico», que consiste en juntar dos sustantivos elegidos al azar -por ejemplo, «perro» y «armario»- para construir un cuento en el que ambos estén directamente relacionados.

Hace cuarenta años no existían la red de redes ni los buscadores, por lo que Rodari no pudo comprobar, a partir de sus binomios fantásticos, lo que ya sabía: que la realidad siempre supera a la ficción. Porque si tecleamos en un buscador las palabras «perro» y «armario», encontramos cientos de historias mucho más jugosas que las que pudiera concebir la imaginación más calenturienta. Y, por supuesto, no siempre aptas para menores, como «Ricky Martin, el armario, la chica y su perro». O el anuncio de un armario para perros (65x40x30 cm) de madera marina antihumedad y hecho artesanalmente, con tres perchas de regalo y un cajón inferior para guardar los juguetes de la mascota, por solo 212,40 euros. O la siguiente noticia: «El Seprona encuentra a un perro desatendido dentro de un armario y a su dueño escondido en otro».

La realidad deja atrás a la ficción, y mucho más atrás a la información que nos ofrecen los medios de comunicación convencionales. Así que, además de jugar con los binomios fantásticos de Rodari, conviene investigar los binomios reales.

Por ejemplo, los grandes medios nunca hablan de la tortura si no es para negarla. Pero cualquiera que teclee en un buscador los términos «tortura» y «España» se encontrará con más de dos millones de entradas, entre las que destacan las insistentes denuncias de Amnistía Internacional y de los relatores de la ONU (poco sospechosos de seguir consignas de ETA), así como las estremecedoras imágenes de las víctimas de las torturas policiales, tan sistemáticas e impunes como durante el franquismo. Tras esta sencilla búsqueda, al alcance de cualquier ordenador con acceso a Internet, sólo un canalla o un imbécil podrían seguir hablando de la «España democrática».

Y, por supuesto, no hay por qué limitarse a los nombres propiamente dichos; las siglas también dan mucho juego. Por ejemplo:

GAL-PSOE. Quienes todavía tengan alguna duda sobre la identidad del nada misterioso Señor X, el responsable último de la infamia de los GAL, pueden disiparlas sin más que teclear siete letras en su buscador favorito. Conmovedoras, por cierto, las declaraciones de mi hija putativa (se reclama heredera de «La Bola de Cristal») Leire Pajín, que dice que no sabe nada de los GAL porque «entonces era muy pequeñita» (sic).

PP-Opus. Unas doscientas mil entradas sobre el contubernio incestuoso entre los dos retoños más desarrollados y agresivos del nacionalcatolicismo franquista.

Prisa-PSOE. Más de trescientas mil entradas...

Iglesia, corrupción, pedofilia, Papa, OTAN, CIA, UGT, prevaricación, falsedad, cohecho, violación, secuestro, soborno, sionismo, expolio, masacre, Aznar, Garzón, Rubalcaba, Nestlé, Coca-Cola... La lista de nombres comunes y propios, siglas y marcas a disposición del cibernauta decidido a emparejarlos sin prejuicios es inagotable. No hay más límite que la capacidad de cada cual para digerir aberraciones y horrores. Especialmente interesantes son los «binomios reales» en el doble sentido del adjetivo, como por ejemplo:

Rey-oso. Junto con el cuento «El rey oso blanco» o la película «El rey de los osos», los lectores encontrarán abundante y detallada información sobre cierto sujeto que, abusando de su impunidad, se dedica a matar por diversión ejemplares de especies protegidas. En la «España democrática» (las comillas indican el uso irónico de ambos términos), llamar públicamente por su nombre y su adjetivo a quien comete semejantes tropelías es delito, así que dejo al criterio de los lectores la elección de los calificativos pertinentes.

Rey-fortuna. Jalonadas por unos cuantos comentarios relativos a Edipo rey, el hijo de la fortuna, numerosas e interesantes revelaciones sobre cómo -y con qué complicidades- alguien que en Roma vivía de prestado se convirtió en poco tiempo en uno de los hombres más ricos del mundo.

Rey-Franco. De los casi cinco millones de entradas relativas a este jugoso binomio, algunas se refieren al rey franco Clodoveo; pero la mayoría tienen que ver con la entrañable relación entre el actual jefe del Estado español y el anterior.

La lista puede ser tan larga y variada como queramos: rey-golpe, rey-Prado, rey-faldas, rey-cuernos, rey-alcohol, rey-Hernani... E incluso hay nombres propios que son en sí mismos fantásticos binomios reales, como Bárbara Rey.

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