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Maite SOROA | msoroa@gara .net

La tortura necesita cómplices

La práctica sistemática de la tortura precisa, además de individuos embrutecidos dispuestos a practicarla, de la colaboración de quienes la oculten, la justifiquen o, simplemente, ridiculicen a quienes la padecen.

Ayer Isabel Duran, en «Periodista Digital», iniciaba su artículo con algo de esto último: «Cada vez que cae un comando, los etarras suelen hacerse sus necesidades en los pantalones y cantan La Traviatta. No es ninguna novedad». No se me ocurre ningún comentario que no me lleve ante los tribunales. Me callo.

Y ahora empieza con el culebrón venezolano: «Esta es la historia judicial y policial de la banda terrorista hasta que el Gobierno de Zapatero ha salido en tromba a defender al sátrapa caraqueño y sus conexiones con ETA. La Fiscalía de la Audiencia Nacional concede total credibilidad, como siempre, a las declaraciones de Javier Atristrain y Juan Carlos Besance sobre el alto cargo de Hugo Chávez que les adiestró con cursillos sobre el manejo de armas y explosivos y por ello les ha enviado a prisión». Hay gente que acredita una ignorancia sin fisuras. ¿Desde cuándo la Fiscalía envía a la gente a prisión? Servidora pensaba que eran los jueces quienes, de forma exclusiva, podían hacerlo.

La cosa no debe de estar del todo clara porque, lamenta Durán, «La novedad estriba en que dos vicepresidentes españoles, Maria Teresa Fernández de la Vega y Manuel Chaves, se han apresurado a calificar de `excelentes' las relaciones con Venezuela y asegurado que las confesiones de los terroristas `hay que ponerlas en el congelador'. Hasta el juez de carrera, íntimo amigo de Zapatero y portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, que otrora ocupó la cartera de Interior, ha puesto en entredicho los datos aportados por los etarras con pelos y señales». Nada, nada clara.

Pero lo que le pone de los nervios es que se hable de la tortura: «Un escándalo sin precedentes al que se suma la respuesta del embajador venezolano en Madrid (...) acusando a los miembros de la Guardia Civil de obtener las declaraciones bajo torturas». Lo que es un escándalo es que en pleno siglo XXI siga practicándose la tortura. Y aunque Durán lo niegue, ahí están las evidencias.

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