Enkarterri se enfrenta al cierre de la empresa Pastguren. Los trabajadores calculan que en mes y medio, si no hay una solución con la llegada de avales, 174 empleados directos se quedarán en la calle en una comarca ya muy deteriorada.

¿En qué situación se encuentran los trabajadores de Pastguren Zalla en este momento?

En una situación bastante crítica y delicada. Hemos estado en la fase de negociación casi un año, coincidiendo con el expediente de regulación que finalizó en setiembre, pero por parte de todas las instituciones, unos por seguidismo y otros porque no tienen deseo político, hemos estado engañados. Quieren alargar un proceso sobre el que no tenemos tiempo. Nos queda un mes y medio. Lo que nos plantean como solución a nuestro problema es un expediente de rescisión de contratos.

¿Cuántos empleos se perderán si las instituciones no hacen nada por solucionar el grave problema?

Somos 174 fijos directos, pero con los subcontratados, los de logística, mantenimiento y limpieza hablamos de que Enkarterri perderá otros 300 puestos de trabajo. Esta papelera ha sido el tractor de esta comarca. Nos estamos quedando desindustrializados. Nuestro problema es estructural, porque las instituciones no quieren hacer una apuesta estratégica para el sector papelero vasco. Estamos en un polígono industrial papelero en Zalla. Pastguren surte de pasta que, en este momento, se encuentra a un precio muy elevado.

¿De dónde surgió Pastguren?

De la desaparecida Papelera Española; se desdobló en dos: Pastguren y Virtisú, para evitar la crisis. Nos dejamos pelos en la gatera para crear esas dos empresas integradas. Entonces firmamos documentos que establecían que si algo pasaba con Pastguren, Virtisú era responsable subsidiario. Guardamos esos escritos firmados, avalados por el Fondo de Garantía Salarial.

¿Cuántos empleos tiene Virtisú en este momento?

En este momento 105 trabajadores en puestos directos.

¿Podría acogerles a todos?

Habría que hacer un estudio de fondo, más estructural para avanzar. Un estudio estratégico del sector papelero necesita implicación estructural y política. Es cierto que al no estar trabajando Pastguren, nuestros clientes: Amaroz, Besaya, Virtisú...sufren. Pastguren y Virtisú está en todo en uno. Por un tubo de absorción les llega la pasta. Como no trabajamos, salen al mercado al precio elevado que está. Había una implicación entre ambas. Vendíamos nuestro producto más barato a este cliente, mientras que tienen que contratar eventuales para tratar esas pasta que llega de fuera.

Si desaparece Pastguren, ¿Virtisú sufrirá?

Mucho. Virtisú tiene los días contados. Hasta que hemos tenido este problema no sólo suministramos la pasta, sino el vapor, la energía, el agua, la electricidad y los vertidos medioambientales.

¿A quién pertenece Pastguren?

A una sociedad que se llama Celulosas de Euskadi, que está representada en su mayor parte del accionariado por socios alicantinos de Jofel, que tiene participaciones en Virtisú, Amaroz y Besaya, que son nuestros clientes directos. Pastguren es la vaca lechera, que da de mamar a las terneras. Cuando la vaca da leche, las terneras crecen; pero si no hay vaca, las terneras empiezan adelgazar porque les falta la leche de su madre.

Entonces, ¿sería más lógico seguir con Pastguren en vez de cerrarla?

Se da una circunstancia que en nuestro caso es atípico en un proceso concursal. Cuando llega una empresa a esta situación es porque el producto no tiene salida o no tiene compradores. Si nosotros empezamos a producir mañana tenemos el «pescado vendido», como se suele decir. Otra cosa que ocurre en procesos concursales es que el producto está por los suelos, no tiene salida, pero en este momento la pasta de papel se encuentra en cotas muy elevadas y podríamos venderlas a nuestros clientes. Se nos escapa qué intereses hay por detrás, pero lo que sí falta es una apuesta por una política sectorial. Las instituciones son de distinto color y andan a ver quién gana, quién se lleva más tortazos y qué ocurre. Lo que sí sabemos es que Pastguren en marcha generaría un cash-flow mensual de entre 800.000 y un millón de euros.

¿De dónde sale ese dato?

De un estudio de viabilidad que realizaron. El coste de la puesta en marcha de la papelera está estipulada en tres millones, porque lleva un año sin funcionar, y porque necesitamos aprovisionarnos de materia prima, de madera. El problema se encuentra en que las instituciones no quieren apostar por un plan industrial para el sector papelero en Euskal Herria. No ponen los avales para avanzar. Pastguren es la única en Bizkaia que produce pasta. Si se cierra, las que realizan el producto acabado de papel tendrán que salir fuera a por la pasta y es evidente van a tener un mayor coste

¿No hay compradores?

Todos los inversores que han sobrevolado en este año son canadienses, italianos, portugueses, indios...Nos dicen que Pastguren haciendo pasta sólo no es rentable, pero si tiene producto final sí. Ese es el proyecto inicial cuando se desdobló. Todo indica que están esperando a que nos rescindan los contratos, para que alguien pueda hacer negocio sin los trabajadores actuales.

¿Los trabajadores apuestan por el futuro de Pastguren?

Sí. Tal es así que hemos creado la empresa Enkarpast donde capitalizaremos la deuda de la empresa. Son 700.000 euros, que estamos diciendo a los inversores que es nuestra aportación para garantizar el futuro. Hace falta ese inversor y que el Gobierno de Gasteiz y la Diputación realicen los avales necesarios para poner en marcha de nuevo la empresa. Igual ni utilizaríamos esos avales.