En el cine me identifico más con los héroes solitarios e imposibles del visionario Werner Herzog que con las figuras consagradas a las que se les dedican documentales de reconocimiento y pleitesía. Me parece muy bien que el arquitecto británico Norman Foster esté casado con la Doctora Ochoa, y que ésta, en calidad de productora, le quiera regalar una película; pero pienso que esta señora debería tratar de convencernos con argumentos sólidos, a los que no somos entendidos en arquitectura, para que encontremos verdaderas razones por las que admirar la obra de su marido. «How Much Does Your Building Weigh, Mr. Foster?» es un documental propagandístico a mayor gloria de la firma Foster and Partners, de la que, a sus 75 años, el famoso arquitecto sigue siendo su imagen en el mundo. La película, en consecuencia, no sólo intenta vender un estilo en la construcción de modernos edificios, sino que además quiere promocionar otros valores personales del líder de su empresa, como son el tesón y la resistencia a la erosión del tiempo, al igual que cualquiera de sus desafiantes torres.

Entiendo que es humano sentirse un semidiós cuando uno levanta monumentos que durarán más allá de la propia muerte, algo que, sin embargo, no justifica la autopromoción a niveles de pura complacencia individual. Así, vemos a Mr. Foster, que ya debería de estar jubilado y descansando tras una larga vida de trabajo, participar en una maratón de esquí de fondo, o pilotar aviones con los cuales sobrevuela las altas construcciones de las que se siente tan orgulloso. Todo ello conectado con una vuelta a sus orígenes de Manchester, encaminada a recordar que este coloso se hizo a sí mismo habiendo crecido en el seno de una familia humilde. No hay nada peor para un creativo que formar parte del arte oficial y tener que defender su parcela de poder, relacionándose exclusivamente con triunfadores en las diferentes disciplinas, entre ellos un Bono que tiene sus obligados minutos de odioso famoso en el documental.