La afluencia de gente era notoria ya antes de que abrieran las puertas del centro después del descanso del mediodía. Jóvenes de todas las edades se agolpaban ante las puertas ataviados con ropa de todo tipo. Goticos, y gente más habitual se mezclaban entre ellos. Incluso había alguno preparado para participar en el concurso de disfraces «Cosplay», previsto para las 19.00 horas.

Dentro de la programación había talleres de todo tipo, como escritura japonesa, origami (el arte de hacer figuras de papel) o dibujo manga. El profesor de este último, es un joven barcelonés que profesionalmente se dedica a la creación de publicidad y marketing mediante este tipo de dibujo.

Según explicó, el alumnado que está recibiendo estos días varía entre los 6 y 12 años, y la gran mayoría se constituye de chicas, que según afirmó, «tienen mejor mano para el dibujo manga». No es de extrañar que sean tan jóvenes, ya que en los últimos años se ha ido aficionando cada vez más gente y se está dando a conocer el mundo desconocido del manga. Y es que, lejos de lo que la gran mayoría pensábamos que era este tipo de dibujo y cómic, no sólo cuenta historias interpersonales, sino que cada vez hay más series mangas que hablan sobre cuestiones relacionadas con la política o hechos históricos, como por ejemplo, sobre Hitler.

Ésta es la cuarta edición que se celebra este festival y cada año atrae a más público, no sólo de Zornotza, sino de Madrid, Barcelona, Valladolid o incluso Málaga. Y como novedad, se ha integrado un taller y una exhibición del arte marcial Aikido.

Lo primero que se ve en el recinto es la exposición de consolas de videojuegos. Ahí es donde el niño que cada uno lleva en su interior aflora rememorando las horas pasadas jugando frente al televisor. Un hombre, por ejemplo, ataviado con un trípode y una cámara fotográfica, recordaba que en su juventud él tenía que alquilar una consola y el juego en un videoclub de Sestao. Y por todas partes se oía la frase: «Mira! Yo tenía ésta!».

Siguiendo el recorrido, se exponían cuatro kimonos reales con las explicaciones de cada parte del traje. Y con la bienvenida que daba la mascota del festival, se accedía a las instalaciones del frontón.

Al fondo, una multitud se agolpaba frente a las pantallas para poder jugar a los videojuegos, pero sin duda alguna, el que creó mayor furor entre los visitantes es aquel en el que tienes que bailar siguiendo las flechas indicadas en la televisión. Un grupo de niños pretendía jugar todos a la vez, volviendo loca a la máquina y al pobre que intentaba jugar. Otros, más mayorcitos, hacían las delicias de los más pequeños con su exhibición de maestría en ese «arte».

También se colocaron diferentes puestos en los que se podía encontrar casi de todo, como extensiones de pelo de colores, comida japonesa, algún que otro cómic, juegos de mesa, e incluso, un kimono. Uno de los puestos era de la Asociación de Lolitas, moda que consiste en vestirse con trajes de época japoneses, «Kita No Bara» hubicada en Donostia, que vendía ropa cosida por ellas mismas y que, a su vez, pretendía darse a conocer para que la moda «lolita» sea algo más habitual en las calles.

En general, la opinión de los allí presentes era positiva. «Cuantos más actos de este tipo se hagan, mejor», defendía una joven de 15 años, que confesaba que su vestimenta «lolita» sólo era visible los fines de semana. Otro explicaba que se esperaba que hubiese más comics, pero que le parecía una iniciativa muy positiva para ofrecer a los jóvenes una alternativa para los fines de semana. «Además, da la opotunidad de conocer, aunque sea una mínima parte, la cultura de los jóvenes japoneses» añadió.

Durante el concurso de disfraces pudo verse a un grupo disfrazado de los protagonistas de la serie «Bola de dragón», de personajes del mundo de Mario Bross o de personajes típicos del mundo del cómic manga.