El pasado 15 de junio, el pabellón de Zurbano santificó a Fernando San Emeterio como el patrón de los imposibles, pero el enorme partidazo del cántabro, con 32 de valoración, 30 puntos y, sobre todo, echándose al equipo a la espalda cuando estaba muerto en el tercer cuarto, no fue suficiente para cubrir las muchas vergüenzas que al Baskonia le quedaron al aire en su primer test de entidad.

Y es que, al margen del exterior cántabro, minutos acertados de Logan en la anotación en la primera parte y un enorme Pietrus, que sigue convenciendo cada día más, el Baskonia naufragó ante un Unicaja que tampoco demostró nada especial.

Tras el espejismo del debut ante Alicante, el equipo gasteiztarra demostró que está muy lejos del potencial que se le presupone, con los nuevos sin aportar prácticamente nada y con veteranos como Teletovic y Oleson, que deben dar un paso adelante, dándolo en dirección contraria.

Durante todo el partido el Caja Laboral se mostró extremadamente irregular, dependiendo en exceso de su acierto exterior, ya que el juego interior fue excesivamente blando, con Barac pendiente de no cometer faltas, Teletovic lanzando y lanzando triples a falta de un sustituto que lo llevase al banquillo y Pietrus bregador pero sin opciones de ser un referente en ataque.

Logan mantuvo al equipo en la primera parte, pero Unicaja estuvo muy cerca de romper el partido en la reanudación hasta que San Emeterio entró en erupción e Ivanovic dio con un quinteto que, a base de defensa e intensidad, volvió a meterse en el partido, pero sin llegar nunca a adelantarse en el marcador.

Con los roles tan definidos como estaban, resultó extraño que Ivanovic decidiera prescindir de Logan en los últimos minutos y se la jugara con un Brad Oleson que había estado negado y que no pudo arreglar nada.