Políticas monetarias y exportación
El FMI no logra parar la guerra de divisas entre potencias
China, EEUU, Japón, Gran Bretaña, Brasil, Chile... Los principales actores económicos mundiales se han embarcado en una guerra por mantener un bajo valor de sus monedas y favorecer así sus exportaciones. La denominada «guerra de divisas» ha hecho saltar la alarma ante la posibilidad de que todos pierdan en un escenario de crisis. La cumbre del FMI y el Banco Mundial del fin de semana ha mezclado reproches mutuos y llamamientos a la cooperación.
Pablo R. ARETXABALETA | GASTEIZ
La salida de la crisis es estrecha y larga. Y los estados tienen prisa por salir. El problema es que en esa urgencia se ha impuesto el sálvese quien pueda y hay codazos por colocarse en primera fila. Lejos de los continuos llamamientos a las soluciones globales y a alejarse del proteccionismo, la práctica de los gobier- nos sigue la línea de dar preferencia a las salidas particulares. El último episodio es la guerra de divisas que han desencadenado a la vez que alertan de lo peligroso de utilizar las monedas como arma.
Muchos estados dan por agotado el camino de los estímulos fiscales para fomentar el consumo interno. Además, han comenzado a aplicar ajustes que no facilitan que sus ciudadanos sean los que impulsen la demanda. Así que miran hacia sus exportaciones para poder sostener el crecimiento económico. Y para impulsarlas necesitan una moneda débil. Pero es complicado que todos los países impulsen esa política a la vez. De ahí las críticas entrecruzadas para que sea el otro el que ceda.
Presión sobre China
Hasta ahora, y en la cumbre del G-7 de este fin de semana, ha sido China el centro de las acusaciones por mantener el yuan infravalorado, pero ya no es sólo el gigante asiático quien fomenta esta política.
Hace ya varios años que escucha las demandas de Estados Unidos y la Unión Europea para que revalúe el yuan. Hasta ahora ha mantenido una cotización controlada y sólo recientemente ha permitido una fluctuación mínima vinculada a una cesta de divisas. Pero Estados Unidos quiere más. Acusa a China de impulsar de esta manera sus exportaciones y lograr así crecimientos por encima del 9% del PIB al año. Con la crisis, nuevos actores se han sumado desde los países emergentes a la utilización de sus divisas, como Tailandia, Corea del Sur o Brasil. Chile también estudia esta posibilidad.
Pero son también los países más ricos los que intervienen para defender sus exportaciones. La alarma que ha llegado a alertar del riesgo de «guerra de divisas» ha saltado con la intervención de Japón, que sigue enzarzado en la lucha contra la deflación. El ministro de finanzas de Japón, Yoshihiko Noda, defendió el viernes, en el plenario de la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, la decisión de su Gobierno de intervenir en los mercados para abaratar el yen, algo necesario, dijo, «para reactivar el crecimiento y luchar contra la deflación».
El mes pasado Japón intervino por primera vez en seis años en el mercado de divisas para frenar la subida de yen, después de que la moneda llegara a tocar la posición más alta contra el dólar en los últimos 15 años. Mantener sus tipos prácticamente a cero también es una inyección de liquidez que baja el valor de su moneda. «La deflación hace que los tipos de interés estén altos, y desanima a los inversores a invertir en tecnología a medio plazo. Además, los hogares no perciben mejoras porque sus ingresos nominales han caído, pese a que sus ingresos reales han crecido», justificó Noda. En estas circunstancias, dijo el japonés, el «Gobierno va tomar todas las medidas que sean necesarias para lidiar con esta situación», con plena disposición a intervenir en los mercados. La intervención del primer ministro muestra que ya nadie se quiere quedar atrás. Y quienes más critican tampoco lo hacen. Estados Unidos también lleva tiempo con un dólar débil frente al euro, una situación mantenida con los tipos de interés rozando el 0%, inyectando liquidez, es decir, con la máquina de hacer billetes de la Reserva Federal, y con las medidas de estímulo que mantiene cuando otros países las han comenzado a retirar.
Como aprecia el economista Joseph Stiglitz, Estados Unidos se posiciona en contra de intervenir en el mercado de divisas, pero su política monetaria tiene en la práctica las mismas consecuencias que la china. El presidente del banco central brasileño, Henrique Meirelles define así la situación. «El dólar se está debilitando debido a las medidas adoptadas para luchar contra la crisis, el euro no se está debilitando tanto debido a sus propios problemas y China está haciendo que su divisa se debilite frente al dólar».
China y Europa
El escaso valor de estas monedas lleva el dinero de los inversores hacia los emergentes. Brasil ha amenazado con intervenir a su vez para impedir la revaluación de su moneda, el real, y el lunes duplicó el impuesto que grava las compras extranjeras de sus bonos en un intento de reducir el súbito aflujo de fondos (desde principios de 2009 el real se había revalorizado un 30%). En las semanas previas a la cumbre del G-7, Europa ha llevado al voz cantante de las críticas contra China. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, exigió al primer ministro chino, Wen Jiabao, en su visita a Europa, una «amplia y ordenada apreciación del yuan» para evitar dañar a la recuperación económica de la UE que, como principal mercado de las exportaciones chinas, también afectaría negativamente al gigante asiático.
No obstante, Wen afirmó que «los líderes políticos y empresariales europeos no deberían unirse al coro de presión para lograr una apreciación del yuan» para que permita una mayor flotación de su moneda pues, a su juicio, una apreciación podría provocar una crisis en el gigante asiático, con la pérdida de miles de empleos y un «desastre» para la economía mundial. En el caso europeo, el comercio bilateral con China se ha triplicado entre 2000 y 2009, un periodo en el que el déficit comercial con el gigante asiático se ha incrementado desde los 49.000 hasta los 133.000 millones de euros, tras alcanzar un pico de 170.000 millones en 2008 (año del estallido de la crisis), según señala la agencia Efe.
Atados al euro
La Unión Europea es quien más problemas tiene para este tipo de intervención. El euro se encuentra en la actualidad en sus valores máximos en ocho meses y se cambia a unos 1,40 dólares, tras una fuerte apreciación en las últimas semanas.
China financia
Pero la ventaja competitiva de China con su política de yuan barato es la que ha permitido, al mismo tiempo, que haya sostenido las economías de sus competidores. China es el principal poseedor de dólares y deuda estadounidense. Así, pues es quien financia a EEUU, pero también a Europa en un momento en el que los estados buscan compradores para su deuda. «Compramos una importante cantidad de bonos europeos en la época más difícil, entre ellos de Grecia, Irlanda, España, Portugal e Italia», dijo el primer ministro chino Wen Jiabao, quien repitió que continuará con esta política mientras «los países del euro tengan problemas».
A su vez, también esto supone una dependencia para China, que tendría serios problemas en caso de una recesión en los países que ayuda financieramente.
Según el especulador George Soros, es China quien decide realmente el devenir de las divisas y cuando no intervino sobre el euro, cayó hasta los 1,20 dólares, momento en el que sus compras revirtieron la caída.
Otra de las consecuencias de las divisas baratas es la huida de las inversiones hacia el oro, en máximos históricos, por encima de los 1.300 dólares por onza; el petróleo, por encima de los 84 dólares el barril pese a la crisis; el trigo, la soja o el maíz.
El FMI y el Banco Mundial han alertado de que el actual proceso de devaluación competitiva de divisas a nivel mundial «es peligroso». Al igual que EEUU, han fijado sus críticas sobre el yuan chino, aunque reconocen que no es el único problema.
Estados Unidos, que exige a China la revalorización del yuan, también mantiene el dólar bajo a través de los tipos de interés cerca del 0% y de las inyecciones de liquidez de la Reserva Federal.
Los países de la zona del euro ven en peligro la recuperación con una moneda única por encima de los 140 dólares y la imposibilidad de actuar de forma individual sobre su política monetaria para hacer frente a sus problemas.