Ibiliz ibili | Jesús Mari Alquézar
Los tres grandes de Oiartzun: Errenga, Bianditz y Bunanagirre
Cerrando el horizonte del valle de Oiartzun, al este, y a la dcha del incomparable macizo de Aiako Harria, en una fachada que forma parte del paisaje indisoluble de Oarsoaldea, se desarrollan limitando el parque natural de Aiako Harria, tres amables montañas bien conservadas en su estructura natural tal como nos gusta. Se trata de las clásicas, las muy visitadas Errenga, Bianditz y Bunanagirre (Munanier o Munerre) y que sin embargo deben seguir promocionándose, como un escenario de los que hacen afición, que debe servir para dar a conocer la montaña a familias con niños especialmente. Con esta ruta en círculo, Vd lector tiene una excursión muy atractiva, que no defrauda nunca y además le ofrecerá un dilatado panorama que permite reconocer profundos barrancos, cimas y collados, dándole ideas para próximas escapadas, y sobre un terreno herboso muy agradecido.
Nace esta propuesta en el puerto de Arritxulegi, donde se encuentra el refugio Arritxulo. Una pista a la dcha indica el comienzo de la excursión. La referencia son unas marcas rojiblancas que van a ayudar a los excursionistas. Son las balizas de la GR 121-Vuelta a Gipuzkoa. Durante todo este itinerario seguirá el mendizale antiguos caminos y senderos. En un ascenso continuado pero suave, teniendo a la izda diferentes puestos de caza en la muga del parque, el primer encuentro es la herbosa cima de Errenga. Bajo el cordal cimero, el marchador habrá abandonado la GR que la circunvala y llegará a la cima con buzón. Ahora, tras un ligero descenso, iniciará el ascenso hacia a la siguiente cita, la más conocida y clásica del sector, el monte Bianditz, una atalaya mirador de primer orden. Citar el hermoso e inolvidable paisaje nos ocuparía mucho espacio, pero destacamos al fondo del valle el embalse de Artikutza, que enriquece el panorama.
Un suave descenso, por el filo de la montaña, deja al aficionado en la carretera a la Casa del Guarda de Artikutza-Eskas- en el collado de Bianditz. Enfrente nace la senda que en un ascenso en «vaselina», disfrutando del paisaje, y destacando al Norte Donostia y Oarsoaldea, coloca a los montañeros en el tercer objetivo, la menos visitada cima de Bunanagirre, más conocida como Munanier o Munerre. De nuevo toca perder altura hacia el collado de Uzpuru, paso hacia el Añarbe y bajo otra modesta montaña el Zaria, más humanizada, que se la reconoce por la antena cimera. Sin llegar hasta allí, en el altozano de Kauso, un indicador indica el cambio de sentido, de nuevo hacia el punto de origen, pero con el aliciente de visitar el escenario mágico y prehistórico de Oieleku, porque allí se sitúa una de las estaciones megalíticas más importantes y mejor conservadas de Euskal Herria con monumentos de la edad de hierro, cromlechs y dólmenes. Las marcas rojiblancas son sustituidas por una PR, con balizas blanquiamarillas que deberá seguir el mendizale. Este sector es un paseo brillante, bajo un hayal con ejemplares de gran porte, exuberante en primavera y colorista en otoño, hasta Oieleku donde se puede uno detener a visionar algunos de los más de 46 conjuntos repartidos en el municipio de Oiartzun. El ancho camino, coloca a los marchadores en la carretera que deberá seguir durante 1,5 km aprox hasta, de nuevo, el collado de Bianditz, para volver a iniciar la subida a este monte. Pero sin llegar a la cumbre que se evita por su izda. siguiendo las marcas rojiblancas, siempre al N por una pista forestal recuperada y por terreno despejado se pierde altura hasta el puerto, visionando diferentes mojones, destacando el de la Trinidad, y que tiene grabado un báculo dado que fue antaño posesión de la Colegiata de Roncesvalles, también los demás tienen nominaciones religiosas de Santos, detalle curioso a destacar. El aficionado deberá mirar en ocasión hacia atrás, para contemplar y disfrutar de este hermoso recorrido que mantiene las esencias más naturales.