Frankfurt cierra una edición marcada por Argentina, pero sin ningún título estrella
La Feria del Libro de Frankfurt, la más grande del sector, cerró ayer sus puertas sin un libro estrella tipo Larsson, con un cambio de casa para Borges, el Nobel a Vargas Llosa y los libros de hombres lobo ganando terreno a los de vampiros. Argentina, el país invitado de esta edición, pasó el testigo a Islandia, próxima protagonista de este encuentro literario.
C.SIGÜENZA (EFE) | FRANKFURT
Sin editores ya pululando por los pasillos de tan inmensa e inabarcable feria -son 172.000 metros cuadrados-, ayer cerró sus puertas esta fiesta del libro a la que acuden editores de todo el mundo para cerrar sus tratos y verse la caras, como dice Daniel Libinski, el mítico editor argentino de Mafalda, creador de la legendaria editorial La Flor.
«Llevo viniendo desde 1973 -explicaba a Efe- y hoy ya los tratos, las lecturas de libros y lo demás, se hacen a lo largo del año por internet. Pero aquí, afortunadamente, está el trato humano, el rostro de la persona con la que has hablado, a pesar de lo digital».
«Nada reemplaza el trato», argumenta Libinski, quien entregó la pasada semana una de las 200 medallas conmemorativas que ha acuñado el país invitado, Argentina, a Peter Weidhaas, el que fuera director de la feria durante 35 años, en reconocimiento a su labor.
Sin pesimismo y sin hablar de crisis ha transcurrido esta semana, en la que también ha tenido presencia el tema del libro digital, aunque más arraigado en los medios de comunicación que en las mentes de los editores. De los 2.500 actos que se han celebrado, sólo 350 han estado dedicados a lo digital.
Aun así, el consorcio informático Google explicó que espera poder lanzar la extensión de su plataforma de libros digitales Google Editions en Estados Unidos antes de que termine este año, y que en los primeros meses de 2011 intentarán estar en Europa, aunque para ello tienen que llegar a una serie de acuerdos con los editores.
La compra de derechos por Random House Mondadori sobre toda la obra de Borges, cuyos libros estaban en Emecé y Alianza Bolsillo, una de las operaciones más altas -se habla de millones de euros-, ha sido una de las noticias importantes de la feria.
El Nobel al escritor peruano Mario Vargas Llosa pasó también como un vendaval por la feria, cuyos colaboradores en Frankfurt estaban exultantes al ver cómo subían aún más los derechos de la obra del escritor.
Todos los editores, los más literarios y los que no lo son tanto, han buscado estos días el libro del siglo, un Larsson con el que soñar.
La proliferación de libros «crossover» (historias para todas las edades), como «Odessa», del belga Peter van Olmen, que publicará Siruela, y la aparición cada vez más de historias sobre hombres lobo que van haciendo la competencia a los vampiros de Stephenie Meyer también han proliferado en esta feria, en la que el último día, ayer, entró el público, y sobre todo los jóvenes, vestidos con toda clase de disfraces a comprar libros.
Premio de Libreros Alemanes
La entrega del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes a David Grossman cerró una feria por la que también han pasado Juan Gelman, Günter Grass, el norteamericano Jonathan Franzen o María Kodama.
Grossman recordó, durante la entrega de premios, a su hijo muerto, en 2006, durante la guerra de Líbano, y subrayó que su destino fue el mismo que el de otros muchos jóvenes árabes e israelíes. «Les quisiera hablar de Uri pero no puedo. Sólo esto: 'imagínense un hombre joven al principio de su vida, con todas sus esperanzas, su alegría y su humor. Así era él», recordó brevemente.
A continuación, contextualizó su tragedia en un plano más general y agregó: «Así eran miles de israelíes, palestinos, libaneses, sirios, jordanos y egipcios que perdieron la vida en este conflicto. Y otros que la siguen perdiendo».
No obstante, Grossman insistió en la necesidad de no caer en la espiral del odio y la venganza, y abogó por detener la cadena de violencia que parece imperar en Oriente Medio.
Pese al dolor causado por tragedias familiares como la suya, invitó a no olvidar que el otro, el enemigo, es también un ser humano, como un primer paso en el camino hacia la paz.
«No olvidar que el que está enfrente, el enemigo que me odia y me ve como una amenaza para su vida, es también un ser humano con sus preocupaciones, con su familia y sus hijos, con su idea de justicia y sus esperanzas, con sus desesperaciones y sus miedos», afirmó.
A su juicio, la lógica de la guerra tiende a hacer todo lo contrario, jugando a «borrar la particularidad de cada persona» y «el milagro que supone la existencia de cada uno».
Argentina ha sido, en la edición de este año, el país invitado de la Feria del Libro de Frankfurt. Tras una estancia plagada de referencias a este país sudamericano, Frankfurt acogerá el año que viene a Islandia como país invitado.
La aparición cada vez más de historias sobre hombres lobo que van haciendo la competencia a los vampiros de Stephenie Meyer también han proliferado en esta feria, en la que el último día, ayer, entró el público, y sobre todo los jóvenes, vestidos con toda clase de disfraces a comprar libros.