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Txelui Moreno y Gorka Mayo | Militantes de la izquierda abertzale

NaBai edo Ez

 

Las gentes de izquierdas y abertzales de Nafarroa estamos siguiendo con cierto interés el debate que desde hace meses viene produciéndose entre los agentes que componen NaBai, así como las reacciones de la derecha españolista a la sucesión de movimientos en Euskal Herria. La dinámica de acción-reacción discursiva entre unos y otros ha proyectado parte de los entresijos internos que con tanto celo se han guardado estos últimos años.

La derecha navarra intuye la carga de profundidad que tienen los acuerdos alcanzados, sobre todo por la posibilidad emergente de un cambio en profundidad en nuestro herrialde. Por el contrario, hoy día, posiciones como las defendidas por ciertos sectores dentro de NaBai alimentan las esperanzas de mantener el estado de las cosas. La confrontación existente entre quienes quieren reeditar el acuerdo excluyente e ineficaz de 2007 y los que apuestan por conseguir otros espacios más amplios y con mayor perfil progresista, de izquierdas y abertzale, evidencian la inoperancia de un sujeto como NaBai en clave regionalista y de la mano de la derecha jeltzale.

NaBai como fórmula para el cambio político y social, tanto la del 2007 como la de los acuerdos actuales, no convence ni a propios ni a extraños. Persiste en una orientación netamente provincialista-regionalista que la sitúa fuera de juego en la dinámica de acumulación de fuerzas para impulsar un proceso democrático para el conjunto de Euskal Herria. Es incapaz de dotarse de un programa de izquierdas, lo que le lleva a renegar de cualquier supuesto carácter progresista reivindicado en sus primeros compases. Destierra la posibilidad de articulación de todo el espacio de izquierdas y abertzale como motor y garantía de cambio político y social, mientras dibuja en el horizonte supuestos acuerdos con el mismo PSN del «agostazo».

A pesar de esto, cabe preguntarse por qué ciertos sectores tienen tanta prisa en cerrar un acuerdo electoral en Nafarroa cuando la evolución de los acontecimientos puede generar nuevas posibilidades, en la dirección de poder conformar también en Nafarroa una alianza electoral acorde con la dinámica de suma de fuerzas que está impulsando el proceso democrático en Euskal Herria (son claros ejemplos de esa dinámica el acuerdo estratégico independentista entre EA y la izquierda abertzale, el acuerdo de mínimos democráticos de Gernika...)

Desde una perspectiva constructiva pudiera pensarse que para algunos no existe otra ambición que no sea regenerar las condiciones que llevaron al relativo éxito electoral del 2007 (obtenido entre otras razones gracias a la ilegalización de la izquierda abertzale). Lo que no se entiende es la cerrazón por mantener las directrices de actuación que culminaron en un gran fraude a la promesa de cambio, tras una de las negociaciones más esperpénticas de los últimos años, la mantenida con el PSN.

A nuestro juicio, si el objetivo prioritario de los partidos políticos que conforman NaBai es posibilitar el cambio político en Nafarroa, el problema no debiera ser el reparto de sillones o las cuotas de representación orgánica. Es más, sería lógico intentar agrupar al conjunto del espacio de izquierdas, progresista y abertzale actual.

Es probable que el quid de la cuestión sea otro. Quizá algunos sectores se encuentran atenazados ante la apertura de un nuevo ciclo y analizan con cierta sensación de vértigo confluencias con espacios de gran representatividad en Nafarroa como es la izquierda independentista.

Por el contrario, la posición de otros sectores está más que definida. Declaraciones sobre la izquierda abertzale como las del presidente del PNV en Nafarroa, José Ángel Aguirrebengoa, que afirmaba que «ni están ni se les espera», o las formuladas por el «independiente» José Luis Mendoza, en las que decía que «Batasuna y NaBai son incompatibles porque en NaBai las decisiones son consensuadas, no se imponen», denotan la posición del entorno jeltzale.

La incompatibilidad de NaBai y la izquierda abertzale no ha sido una cuestión de forma. El desencuentro sobre cuestiones clave es lo que imposibilita una acción conjunta. Más allá de la posición mantenida por NaBai sobre ciertas cuestiones de calado (apoyo a la banca, a las FSE, al TAV, su silencio ante el referéndum sobre el proyecto de Constitución Europea, el papel desempeñado ante el atentado del 11-M, apoyo al envío de la legión al Líbano...), lo inexplicable es la posición de PNV y Batzarre sobre pronunciamientos amplios e históricos como el acuerdo de Gernika, o la propia legitimación del Amejoramiento del Fuero presente en las aportaciones de estos últimos.

La izquierda abertzale defiende el cambio político y social desde una doble premisa: en primer lugar debe darse un cambio en las reglas de juego que impiden el debate en igualdad de condiciones, imposibilitan el desarrollo de todos los proyectos políticos y priorizan los intereses de Estado a los de la ciudadanía de Nafarroa. En segundo lugar, y el orden de los factores no altera el producto, debe darse una articulación de todos los sectores progresistas, de izquierdas y abertzales de Nafarroa y un acuerdo sobre contenidos, sólido.

Nuestra determinación para el acuerdo político es pública y nuestra disposición para el encuentro clara: compromiso con el acuerdo de Gernika, decálogo para el cambio político y social en Nafarroa, y su posterior desarrollo. El resto son cortinas de humo. Entendemos que la pelota está en el tejado de los sectores que componen NaBai.

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