Hoy el Estado español celebra su «Fiesta Nacional», día de conceptos como la Hispanidad, instituciones como la Guardia Civil y categorías como la raza española. Hoy, 12 de octubre, el independentismo de Euskal Herria tiene cita en Iruñea convocado por la red social Independentistak. Como el color que sus promotores han dado a la iniciativa, la independencia nacional es un proyecto portador de esperanza y oportunidades, que mira al futuro desde el pragmatismo y con realismo, y permite a este país alcanzar todo su potencial, emancipado de las mermas y atrasos que la subordinación al Estado español le suponen.

Para el independentismo, actuar con sentido común no es sinónimo de actuar con baja intensidad. Las necesidades de un proceso de soluciones tienen dirección transversal, requieren actitud incluyente, propiedad compartida como garantía de éxito compartido. El proceso tiene sus propios tiempos, problemas de primer orden que requieren soluciones presentes y no está exento de contradicciones con el desarrollo del proyecto independentista. El proyecto independentista no debe rehuir el antagonismo con el proyecto español ni la confrontación en el campo de las ideas, del poder político y la gestión de la economía. Es un proyecto que debe dotarse de un programa político concreto y concretable en coordenadas de espacio y tiempo, razonables para el cálculo estratégico de los partidos políticos y el ciclo de vida de sus protagonistas, los ciudadanos vascos.

Las soluciones de hoy que el proceso genere serán las oportunidades del mañana para el establecimiento de un independentismo ganador y con éxito. Ahora se está dando forma a compromisos que marcarán el desarrollo del país, como mínimo, para una década. Hoy los falsos atajos sólo llevan al pacto constitucional español, a gestionar el pasado y a vivir de sus rentas. Cruzar los puentes del futuro nos deben llevar a proclamar en Europa, y ante todo el mundo, la independencia nacional de Euskal Herria.