Moscú podría incrementar su influencia en Kirguistán, donde el partido opositor Ar-Namys, apoyado por el Kremlin, tendría oportunidades de dirigir el Parlamento o el gobierno tras los comicios del domingo, estimaron analistas rusos consultados por France Presse.

Ar-Namys, liderado por el prorruso Felix Kulov, ha creado un gran revuelo al conseguir un 7,48% de los votos, lo que le convierte en la tercera fuerza de este país centroasiático, que albergar una base militar de EEUU y otra rusa.

«Estos resultados son bastante satisfactorios para Moscú. Incluso se puede hablar de una victoria para Rusia», apuntó Andrei Grozin, experto en Asia Central del Instituto de la CEI (Comunidad de Estados Independientes, que agrupa a las antiguas repúblicas soviéticas, exceptuando a los tres países bálticos y Georgia).

Según afirmó, con los resultados de su formación, Kulov podría obtener el puesto de presidente del Parlamento, de primer ministro o algún otro puesto clave en el Ejecutivo.

«Con estos resultados», Moscú «puede tener a su hombre fuerte» en los círculos de poder kirguises, vaticinó Alexei Malachenko, del Centro Carnegie.

Ansiedad entre los uzbekos

Por otra parte, los uzbekos del sur de Kirguistán, principales víctimas de la violencia interétnica de junio, no ocultaron su inquietud ante el anuncio de victoria del partido nacionalista Ata-Jurk.

Aunque sus resultados le obligarán a formar una coalición para gobernar, su campaña se ha caracterizado por mostrar una virulenta línea de rechazo a las aspiraciones de las diferentes minorías del país.