La violencia de género es un tema candente en la sociedad actual, ya que decenas las mujeres pierden la vida cada año y centenares denuncian agresiones por parte de sus parejas. Sin embargo, este tipo de casos vienen estando asociados a un cierto contexto social, quizás a familias de clase media o baja, y a personas sin estudios superiores y sin apenas conocimientos culturales.

Tanttaka Teatroa da un giro a este asunto y pone de manifiesto los diferentes perfiles de maltratadores que existen, y que en muchos casos no se relacionan con estos hecho violentos. Fernando Bernués dirige este montaje, basado en la obra con la que el madrileño Rafael Herrero ganó el último Premio Ciudad de San Sebastián de Teatro y que Donostia Kultura ha incluido en un ciclo sobre violencia machista que se celebrará a lo largo del otoño.

«No me hagas daño» se traslada al hogar de un brillante profesor universitario para abordar el drama de las mujeres maltratadas. Kike Díaz de Rada, en el papel de Raúl, el marido maltratador, y Maiken Beitia, en el de Luisa, la esposa víctima, encabezan un reparto que completan Tania de la Cruz, Isidoro Fernández y la joven periodista guipuzcoana Olaia Gil, en su debut teatral.

Fernando Bernués explicó ayer en rueda de prensa que le atrajo el texto de «No me hagas daño» por su «intensidad, intriga y tensión dramática». Y, sobre todo, por el contexto sociológico en el que se desarrolla, ya que demuestra que la violencia de género no son sucesos que ocurren sólo en las capas más bajas de la sociedad.

El autor de la obra, por su parte, mostró su satisfacción por que Tanttaka haya «emprendido el sueño definitivo de poner en pie» lo que él imaginó: una historia para que las víctimas de la violencia de género «sepan que no están solas».

El actor Kike Díaz de Rada aseguró que siempre había soñado con interpretar «un papel de malo» y cree que en este caso le ha tocado «el peor de todos», que es «repudiable como persona y como personaje».

Al espacio vacío que el autor propone en su obra, Tanttaka ha introducido para este montaje una fila del patio de butacas del teatro, donde se sientan los personajes que no actúan en cada momento.

Esa «cicatriz» que queda en el patio de butacas es una metáfora de la que en realidad representan el maltrato en esta sociedad, señaló Fernando Bernués, quien indicó que además los protagonistas utilizan para la puesta en escena dos sillas que representan a un hombre y una mujer, y que han sido confeccionadas por el escultor Andrés Nagel.