El Parlamento de Georgia aprobó ayer una serie de reformas constitucionales que, entre otros aspectos, amplía los poderes del primer ministro y de la propia Cámara, aunque los sectores opositores critican que la iniciativa enmascara la supuesta intención del presidente, Mijail Saakashvili, de seguir más allá de 2013, cuando está previsto el fin de su mandato. Las reformas rebajan el presidencialismo de la Administración georgiana, de tal forma que los poderes se repartirán entre el jefe del Estado y el Ejecutivo.