III Final de Maestros del Grand Slam
Kramnik se lleva la txapela a pesar de las tablas con Shirov
El campeón del mundo, Vishy Anand, necesitaba ganar ante el noruego Magnus Carlsen, pero no pudo doblegarle y al final provocó un jaque continuo.
Mikel ZUBIA
Vladimir Kramnik se proclamó campeón de la III Final de Maestros del Grand Slam de ajedrez que se ha disputado en Bilbo. De esta forma, se une en el palmarés a Veselin Topalov, ganador en 2008, y Levon Aronian, vencedor el pasado año.
Kramnik debía defender las piezas negras ante Alexei Shirov, un rival que suele atragantársele habitualmente. La partida siguió los cauces de la que jugaron en la fase previa del Grand Slam en Shanghai, donde perdió el ruso, pero en este caso, Kramnik se desvió de su partida previa optando por una variante más tranquila que ocasionó un final muy limitado de material. Finalmente las tablas fueron inevitables.
En la otra partida, el actual campeón del mundo, Viswanathan Anand, jugaba con las piezas blancas contra Magnus Carlsen, con el primer puesto de la clasificación mundial de puntos ELO en juego. Anand necesitaba una victoria. En el medio juego, Magnus logró crear juego en el flanco de rey blanco, mientras que Anand progresó en el flanco de dama.
En el punto más crítico de la partida, ambos oponentes llegaron a extraer lo máximo de sus ventajas y cualquiera pudo ganar, pero la posición era muy complicada y en el momento más importante el indio encontró el camino para obtener un jaque continuo y así firmar las tablas en el movimiento 50.
Kramnik, un perfeccionista
Kramnik nació en Tuapse (costa del Mar Negro). Su madre era profesora de música y su padre un famoso escultor.
Fríamente correcto, sobrio, perfeccionista y enemigo acérrimo del riesgo, fue campeón del mundo oficioso de 2000 a 2008 tras destronar a Gari Kasparov. Antes, en 1996, ganó con brillantez a Kasparov en la final del torneo Estrellas del Kremlin, partida de la que los espectadores salieron convencidos de que el ajedrez tiene una nueva K con carisma de campeón.
El ex campeón Mijail Botvinik recibió una carta con una partida de un niño apellidado Kramnik, Botvinik vio el destello de los genios y, en lugar de tirarla a la papelera, como hacía con cientos de ellas, invitó a Kramnik a mudarse a su escuela especial en Moscú. Kasparov se deshizo en elogios: «Hay muchos juveniles que mueven muy bien las piezas, pero Kramnik entiende los secretos del ajedrez como un virtuoso».