Mucho esper�bamos de esta primera incursi�n creativa de Abbas Kiarostami fuera de las fronteras de Ir�n y la espera ha merecido la pena porque el autor de obras tan emblem�ticas como �Entre los olivos� ha sobrepasado con creces las expectativas de una pel�cula que va mucho m�s all� de una mera aventura europea. La primera impresi�n que genera el visionado de �Copia certificada� es que al maestro iran� le ha sentado muy bien este cambio de ambiente porque se muestra juguet�n con la c�mara y los personajes y se deja llevar por la saludable quietud luminosa de los paisajes de la Toscana italiana. Cada escena se asemeja a una bocanada de aire fresco y a un fragmento de luz recuperado.

Siguiendo las pautas dictadas por otro maestro, Roberto Rossellini, en �Te querr� siempre�, Kiarostami esboza con trazo firme y sereno el viaje compartido por el autor de un estudio sobre el valor de la copia en el mundo del arte y una galerista que adora lo escrito por su compa�ero de viaje. Entre ambos se establece una comunicaci�n a base de miradas y gui�os c�mplices que, en momento alguno y a pesar de lo pedante que pueda resultar sobre el papel, jam�s cae en el aburrimiento ni en el abatimiento intelectualoide. Todo lo contrario, el filme apuesta por la vitalidad y la alegr�a y lejos de ser una mera copia del citado filme de Rossellini, su intenci�n principal es la de complementar ambos viajes. El paisaje, soporte fundamental de la trama, acoge de sumo grado las magn�ficas interpretaciones brindadas por el bar�tono William Shimel y, sobre todo, una Juliette Binoche capaz de bordear el hipnotismo gracias a su talento para transformar su mirada en el mejor de los di�logos posibles. En el trayecto de esta ruta compartida, el argumento nos sumerge de lleno en la singular relaci�n que comparte una pareja que finge estar compartiendo quince a�os de rutina matrimonial. Lo curioso del caso es que, el autor ha planteado un juego divertido y saludable en el que realidad y ficci�n tienden a confundirse durante esta fugaz relaci�n regida por la subversi�n artificiosa de los espejos que nos devuelven el reflejo de lo que suponemos real.