El Estado francés se ha prodigado estos últimos años en una práctica denostable: la caza por la Policía de menores, a la sazón hijos de personas a las que París no quiere regularizar. Un espectáculo que riza el rizo de una política de inmigración inhumana.

Afortunadamente, en la sociedad sigue latiendo un espíritu de solidaridad que las campañas de criminalización oficial no han logrado apagar del todo.

Cuando los policías empezaron a personarse en los centros escolares, la primera reacción se fraguó dentro de esos establecimientos de la mano de profesores y asociaciones de padres.

La amenaza de perseguir a los grupos o personas que dan cobijo a personas amenazadas de expulsión no ha logrado cortar de raíz ese gesto, que ahora toma la forma de una campaña que golpea ahora a las puertas de las instituciones políticas.

Esta semana, un territorio a menudo estigmatizado como xenófobo desde las tribunas republicanas, ha dado una lección de defensa de los más débiles.

Córsica, pueblo que libra un largo litigio por su reconocimiento como nación. Córsica, la misma tierra que dio al mundo la primera declaración de derechos políticos, aunque Francia se la apropiara para la Historia. Córsica, el primer territorio bajo administración francesa liberado del nazismo, no por los aliados, sino por sus resistentes, se ha autoproclamado esta semana «tierra sin expulsiones».

La Asamblea de Córsica, cuyas competencias miran como referencia no ya los abertzales, sino buena parte del cuerpo político de Ipar Euskal Herria, ha aprobado una declaración que censura las últimas medidas legislativas contra la inmigración.

La cámara corsa, con amplia presencia nacionalista, reconoce la aportación al desarrollo de la vida insular de los «sin papeles» y reclama respeto a sus derechos, en base a la trayectoria de un país que «en los momentos más sombríos de su historia ha fundado su cultura sobre los valores de la acogida, la solidaridad, en la defensa de los oprimidos y de los derechos humanos». Sólo la UMP ha votado contra una resolución que, en mi opinión, es la mejor propaganda para una institución que ha acercado el poder de decisión a la isla. ¿Mera descentralización? La ciudadanía tiene en sus manos dar potencial de cambio político a una fórmula en apariencia sólo administrativa.