Las elecciones de hoy en Myanmar, las primeras en dos décadas, se celebran con una ciudadanía sumida en la indiferencia, pese a que los militares proclaman que con ellas llegará la prometida democracia.

El mundo entero recuerda el estallido político de los anteriores comicios, en 1990, en los que la Liga Nacional para la Democracia (LND) de la opositora Aung San Suu Kyi obtuvo cerca del 80% de los escaños.

El Ejército birmano patrullaba las calles de Rangún en víspera de las elecciones, que esta vez se desarrollarán sin la concurrencia de la premio Nobel de la Paz, que permanece bajo arresto domiciliario y ha optado por el boicot, condenando a su partido a la disolución y sumiendo a la oposición en el desacuerdo.

La controvertida Constitución de 2008 reserva para los militares un cuarto de los escaños en las dos cámaras y en las catorce asambleas regionales que salgan hoy de las urnas. Además, dos tercios de los candidatos a ocupar los cargos en liza representan a la clase dirigente, a través del Partido de la Solidaridad y del Desarrollo de la Unión (USDP), creado por la Junta, y el Partido de la Unidad Nacional (NUP), afín al antiguo régimen del general Ne Win (1962-1988).

La oposición estará representada por dos pequeñas formaciones: Fuerza Democrática Nacional (FDN), fundada por tránsfugas de la LND opuestos al boicot, y el Partido Demócrata que reúne a tres descendientes de antiguos altos responsables en la época postcolonial.

Las formaciones que representan a las minorías étnicas, cuyas relaciones con la Junta Militar no dejan de tensarse, lo que aumenta los temores a nuevos enfrentamientos armados tras más de medio siglo de revueltas étnicas y débiles pactos de alto el fuego, también jugarán su baza.

Pero en muchos distritos, los votantes sólo podrán elegir entre el NUP y el USDP.

Las primeras denuncias de fraude las realizaron los dos principales partidos de la oposición y el NUP, que denunciaron «engaños, amenazas y compra» de votos por parte la Junta. El FDN envió ayer una queja formal a la Comisión Electoral.

Los países occidentales y algunos asiáticos han intentado hasta el último momento la liberación de Aung San Suu Kyi que diera al régimen militar una apariencia más presentable, indicó AFP.

Pese a todo, algunos expertos y activistas estiman que las elecciones son un paso clave hacia un cambio en el panorama político que favorezca, aunque será a largo plazo, una verdadera apertura.