Ayer se sentaban en el banquillo de los acusados Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Joseba Alvarez por haber protagonizado el acto político que más ilusión ha generado en Euskal Herria en las últimas décadas y los medios de comunicación del nacionalismo español han pretendido obviar lo que allí se hizo y desviar la atención ante un hecho que, con no ser anecdótico, no es nuclear en este asunto. Se han fijado en Jesús Eguiguren, el presidente del PSE que ha sido citado como testigo. Y se pueden imaginar la escandalera que han montado.

En «La Razón», un tal Cefas, que opina a diario en tono editorial, la emprendía a palucadas con el dirigente del PSE y lo contraponía con López: «El PSE tiene un secretario general sensato, Patxi López, y un personaje desquiciado y atrabiliario en su presidencia, Jesús Eguiguren. Es una lástima». O sea que le dan pena los del PSOE. No me lo creo.

Para acreditar una ignorancia sin fisuras de los protagonistas de la política vasca, describía a Eguiguren como «un sujeto siniestro que sólo enreda y busca notoriedad». Éste no le conoce, seguro.

Y en su alarde de robusta ignorancia, la emprende con Arnaldo: «Otegi ha sido un fiel soldado de ETA. Un portavoz de Batasuna que nunca condenaba los crímenes de la banda. No era Gerry Adams o Martin McGuinness, sino un mero peón sin peso dentro de la banda terrorista. Por ello, su capacidad de maniobra o influencia ha sido inexistente». Pues no se entiende el empeño del Gobierno español con el inestimable apoyo del PP y los jueces excepcionales del tribunal de excepción por quitarle del medio y enjaularlo.

Sigue el tipo con su tono habitual: «No es más que un ser deleznable, como el resto de sus compinches». En Euskal Herria, la inmensa mayoría no piensa lo mismo.

Y vuelve a la carga contra Eguiguren: «Lo sorprendente no es que Eguiguren actúe como testigo a su favor, sino que el PSOE lo permita. Es una bufonada y un insulto a la inteligencia». Que en la fachenda española hablen de inteligencia sí que es un sarcasmo.

Y para concluir, nos abre su corazoncito: «Otegi debería pudrirse en la cárcel». Odian las soluciones. Les gusta la guerra.