Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com
Nirvana
En cierta ocasión me contaron que dos cazadores que andaban por el monte se encontraron con una extraña aparición. Sin mediar palabra, se dieron media vuelta y decidieron poner tierra de por medio. Al llegar al coche se atrevieron a hablar de «aquello» y comprobaron que los dos lo habían visto. Se marcharon de allí pensando que les había pasado algo más bien siniestro, aunque al llegar a casa a alguno le dijeron que parecía más bien algo místico.
«Aquello» era simplemente el Espectro de Brocken. Una imagen formada por la sombra de una figura humana con un arco iris alrededor de la cabeza. Un fenómeno óptico que aparece cuando una persona se encuentra situada de espaldas al sol y frente a una capa de niebla. Los rayos que el sol envía sufren una refracción y proyectan la sombra deformada del espectador sobre la niebla.
Esta visión fantasmagórica resulta desconcertante para quien no sabe de su existencia y mágica para quien está deseando verla. Quizás por eso cuenta con una leyenda blanca y una leyenda negra. La negra lo relaciona con un terrible accidente que ocurrió en la conquista del Cervino y habla de malos augurios. La blan-ca, por el contrario, dice que quienes ven este fenómeno es porque han alcanzado un estado de quietud que se conoce como Nirvana.
Una quietud que se parece mucho a lo que sentí hace unos días en la cima de Txindoki cuando, en compañía de un sol suave, de un cielo adornado por algunos cirros y de un paisaje tapizado por un interminable mar de nubes, pude contemplar por primera vez el Espectro. Cuarenta impresionantes minutos disfrutando de una imagen que hasta entonces tanto se me había resistido.