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«Elegí la historia de Nagore porque rompe con el canon de la violencia machista»

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En las primeras proyecciones «nadie se ha movido del asiento y se podía oír el vuelo de una mosca». Helena Taberna ha elegido un tema duro y espinoso para su nueva obra cinematográfica: la muerte de una joven de Irun a manos de un psiquiatra en los Sanfermines de 2008.

La noticia de este crimen de violencia machista durante Sanfermines me impresionó. Más tarde, los detalles desataron mi curiosidad, porque rompían con los cánones clásicos de la violencia machista. Estamos acostumbrados a casos de familias con pocos recursos o poca cultura, pero en esta ocasión se trata de dos jóvenes con estudios que se encuentran en una fiesta, que suben con ternura a una casa para que todo acabe en una tortura de treinta y tantos golpes y luego en un asesinato. Pero fue la actitud que tomó la madre de la víctima, Asun Casasola, la que me hizo decidirme. Ella fue consciente de que era necesario pelear para que hacer justicia.

No sé si fue certeza o intuición, pero Asun supo leer que en la sociedad navarra las clases sociales siguen funcionando y estoy convencida de que su lucha fue la que consiguió el apoyo popular y el institucional, lo cual es un buen precedente en la violencia machista. Además, esta determinación motivó que el presidente del jurado decidiera que el juicio pudiera ser seguido por los medios de comunicación con total libertad, con transparencia.

Primero me entrevisté con Asun y le trasmití mi deseo de grabar una película. Ella me dio su aprobación, porque consideró que mi cine tiene un cierto rigor, que trato los temas en profundidad, sin caer en derroteros peligrosos.

La historia tiene elementos de morbo mediático y si yo decidí contarla era para conseguir justo lo contrario, para ahondar con calma y ver el caso en profundidad. Por eso descarté la ficción, que era mi idea inicial, y aposté por el documental, donde todo está más encorsetado. El documental coarta y pone unos límites a la historia. Mi siguiente problema fue encontrar el tono. A mí no me gusta elaborar una tesis y defenderla a través de imágenes. Yo trabajo a la inversa: mientras monto la película, voy descubriendo qué me dice para tratar así de entender qué va sintiendo el público al verla. El documental tiene mucho más vértigo creativo: no tienes un guión previo, ni ensayos. Se parte de cero.

Debe de ser difícil.

Me ha costado mucho, no ha sido nada fácil. Hay muchos condicionamientos que tenía el tema: el de caer en aspectos morbosos y sensacionalistas o en sentimentalismos baratos. Al acertar con el tono conseguí que el marido de Asun, que nunca ha estado en un medio de comunicación, se ponga ante una cámara. He podido retratar a la familia y también todo ese entramado de apoyo. Hay cosas que son nuevas y verdaderas.

No he tenido interés y he respetado ese dolor. No me ha gustado ese linchamiento a los padres o a la familia de Yllanes.

No, para nada, no me hacía falta. He contado la historia de la víctima, por eso el hilo conductor es Asun Casasola.

No se ha movido nadie en las primeras proyecciones y han aplaudido intensamente. Ahora veremos cómo funciona cuando vayamos a los festivales. Sí que creo haber conseguido que los espectadores se hagan algunas preguntas a la salida de la sala.

Asun tembló cuando le preguntaron si Nagore era ligona. Ella se preguntó: ¿a quién se está juzgando? En la sociedad siguen destellos machistas en el aire. Habría que debatir sobre los jurados populares, personas de la calle, sin conocimientos jurídicos, que deciden en diez días si alguien es culpable o inocente.

experiencia

«Me ha costado mucho. No ha sido nada fácil. Había que acertar con el tono y huir de todo sentimentalismo, del sensacionalismo y del morbo»

interés

«Me posiciono al contar la historia del lado de la víctima, por eso el hilo conductor es Asun Casasola, pero respeto el dolor de la familia de Yllanes»

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