Corea: tambores de guerra, armas nucleares y negociaciones de paz
Los tambores de guerra resuenan en la península de Corea. El ataque de artillería norcoreano sobre la disputada isla de Yeonpyeong, además de provocar la muerte de dos soldados de la Armada surcoreana y decenas de civiles y militares heridos, ha encendido las alarmas rojas en el mundo, y también la retórica de la guerra. Las reuniones de emergencia del presidente surcoreano, Lee Myung-bak, en búnkeres subterráneos y ultrasecretos, el Ejército en máxima alerta y los cazas sobrevolando el espacio aéreo no se hicieron esperar. Una situación que se repite cíclicamente y provoca que la comunidad internacional contenga la respiración por las consecuencias que la escalada podría generar en su peor escenario: una guerra nuclear.
En marzo del presente año la fragata surcoreana Cheonan fue hundida por un supuesto, pero todavía no confirmado, ataque de torpedo norcoreano. Las maniobras militares conjuntas con la armada de EEUU -equipada con sistemas de armas nucleares- han sido constantes, simulando la invasión de Corea del Norte. Recientemente el científico Siegfried S. Hecker, profesor en la Universidad de Stanford y ex director del Laboratorio Nacional de los Alamos, declaró sentirse «estupefacto» tras visitar las «ultramodernas» instalaciones norcoreanas y comprobar la sofisticación de los cientos de centrifugadoras en marcha; así, tras el impasse de las negociaciones a seis bandas sobre la desnuclearización, el espectro de una Corea del Norte que prepara la expansión de su arsenal nuclear y una bomba nuclear más poderosa se ha amplificado. Todo ello en el marco de una sucesión del poder dinástico de padre, Kim Jong-il, a hijo, Kim Jong-un.
Los peligrosos acontecimientos de ayer nos recuerdan que las duras medidas aislacionistas, las sanciones económicas y las presiones negociadoras no han conseguido evitar que Corea del Norte rearme su arsenal atómico, mantenga una posición propia e impredecible, y recuerde al mundo que todavía está técnicamente en guerra con Corea del Sur.
Simplificar el contencioso entre el «buen socio comercial» del Sur y el «villano favorito» del Norte no aporta soluciones. China y EEUU deben terminar su guerra de influencia en la península. La paz y la reunificación no pueden imponerse al dictado de ninguna de las partes.