GARA > Idatzia > Iritzia> Kolaborazioak

Silvia Carrizo Asociación de Mujeres Inmigrantes Malen Etxea

La explotación es violencia contra las mujeres trabajadoras

La violencia que se ejerce sobre la trabajadora interna inmigrante es violencia sexista, a la que se le suman componentes clasistas y racistas

En noviembre se redoblan los espacios, redoblamos el tiempo y el esfuerzo para hacer visible la violencia machista enmarcada en las relaciones de parejas; menos tiempo se dedica a explicitar con más fuerza en todos los espacios -incluidos los sociales- el funcionamiento del sistema patriarcal en el que se sustenta, se alimenta y justifica la violencia machista y casi nada se dedica a debatir y hablar de la violencia que ejerce el sistema patriarcal capitalista sobre las mujeres en todas las partes del planeta. En nuestros pueblos y ciudades, organizados bajo preceptos de sociedades democráticas, encontramos que sobrevive un grupo de mujeres cuya vida lleva la marca del capitalismo patriarcal, y son las mujeres trabajadoras inmigrantes.

Las trabajadoras inmigrantes, definidas como «exiliadas del neoliberalismo», llegan a nuestras ciudades a cubrir un nicho laboral específico: el cuidado de personas dependientes, y están sometidas a condiciones laborales que vulneran no sólo los derechos de las trabajadoras, sino también los derechos humanos fundamentales y que la crisis de la «sociedad de bienestar» inventada por la democracia social bajo el paraguas del capitalismo no hizo más que agravar esas condiciones.

En los últimos dos años, si analizamos la situación en plano general, hubo una retracción del salario, que en Gipuzkoa pasó de un salario medio estimado de 800 euros a un salario de 700-750 euros promedio para el caso de una trabajadora interna, con una jornada laboral de 10-14 horas por día los siete días de la semana; sin derechos a fines de semana libres y sin vacaciones. A esta situación hay que agregar la regularización por arraigo social que para muchas trabajadoras supone una pérdida importante de su salario por la extorsión patronal. Las trabajadoras, para obtener la tarjeta de residencia y trabajo por un año, aceptan asumir el coste patronal del contrato laboral, es decir, sobre un salario de 700-800 euros deben destinar 163 euros para cubrir el 100 por ciento de la cuota de la Seguridad Social que se niega a pagar la patronal. La extorsión y la explotación son violencia.

En el plano interno, de puertas adentro muchas trabajadoras sufren lo que se denomina «microviolencias», no porque sean violencias menos importantes, sino porque son invisibles, sutiles y repetidas. En este apartado encontramos: el control y restricción de la comida; la prohibición del uso diario de la ducha; el control de las salidas, llamadas y compañías; la obligación de dormir con la puerta abierta del cuarto; menosprecio por su cultura y gustos; el acoso laboral y el acoso sexual. Humillar, subestimar; minar la autoestima de la persona es violencia.

La violencia que se ejerce sobre la trabajadora interna inmigrante es violencia sexista, a la que se le suman componentes clasistas y racistas. Para la estructura de poder patriarcal que domina -en este caso- las relaciones dentro del hogar (espacio laboral) una buena trabajadora, y más aún si es extranjera, es aquella que sea: callada, sumisa, obediente y, por supuesto, agradecida.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo