Maite SOROA | msoroa@gara.net
López empieza a caer en la cuenta
Hemos hablado en numerosas ocasiones en este billete sobre la fé de los conversos. La nueva revelación los lleva al extremo y donde antes sólo veían virtud, ahora contemplan, espantados, el rostro del mismísimo Belcebú.
Le pasa en la prensa española, por ejemplo, a Pío Moa, que pasó del GRAPO a las catacumbas periodísticas del Valle de los Caídos, y en la edición vasca de «El País» campa Eduardo Uriarte, que pasó de ser Teo, cuando militaba en ETA, a enarbolar ahora la bandera española más grande en el PSOE.
Ayer le tiraba de las orejillas a Patxi López por ingenuo.
Constataba Uriarte que «El lehendakari se indigna porque el PNV quiere su cabeza: `Les da igual apoyar y pactar con Zapatero o con Rajoy, les da igual el modelo social de la izquierda o de la derecha, les da igual lo que piense cada uno del propio autogobierno, se venden al mejor postor'».
A Uriarte le llena de alborozo que Patxi López se haya pasado a sus filas: «Bien venido a la política vasca (...) Uno no tiene más remedio que emocionarse ante tanto valor y decisión cuando en Madrid, esa cuidad donde siempre se han traicionado los patrióticos intereses de los vascos, Babilonia del antivasquismo y sede de la Audiencia nacional, el PNV apoya al Gobierno español y el presidente Zapatero lanza los más agradecidos elogios a los que quieren decapitar a López».
Y ahora que ya tiene a López en el antinacionalismo (vasco) más furioso, le zurra la badana a Zapatero por melifluo: «Será, quizás, que el socialismo español esté condenado a hacer política sólo nacional y en las autonomías poco críticas, y haya asumido que las históricas son para los nacionalistas periféricos. Duro peaje, pues supondría volver a los virreinatos nada menos que desde el socialismo. Y quizás sea, también, que la estructura territorial del Estado vaya degenerando hacia la organización anterior al liberalismo español y que ésta imponga políticas propias del Antiguo Régimen».
O sea que Zapatero es un membrillo y López ya se está empezando a portar bien.
Y expone la base de todo su pensamiento: «los antecesores carlistas del nacionalismo asaltaban diligencias». Asombra la profundidad de esa mente.