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«No podremos decidir sobre nuestro destino por décadas. Irlanda, RIP»

No lo consiguieron los tres años de recortes presupuestarios de los servicios públicos, o la gestión negligente de los superávits del boom económico que se dio en llamar Tigre Celta; tampoco la ineficiencia en la respuesta a la crisis...

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Soledad GALIANA

Lo consiguió la llegada del FMI y de la Unión Europea con un plan de rescate: después de trece años en el gobierno de Dublin, el primer ministro irlandés del partido liberal conservador Fianna Fail se verá obligado a convocar elecciones anticipadas al dar a conocer los Verdes que, aunque apoyarán al gobierno en el plan de rescate del FMI y de la UE y en la votación parlamentaria del presupuesto de 2011, no seguirán en la coalición de gobierno más allá de diciembre.

«Un tanto demasiado tarde», comentaban los foros de opinión en el diario «Irish Times». «Los verdes han tomado la decisión adecuada antes de desaparecer del panorama político», auguraba otro ciudadano en el foro digital. «Estos se van, pero dudo que los que vengan lo harán mejor», auguraba otro comentarista. El problema, apuntan algunos, no es la falta de políticos, sino la falta de nuevas ideas (el resultado de las encuestas apuntan a un «más de lo mismo», con la entrada de la usual coalición de gobierno de los conservadores de Fine Gael con los laboristas como ocurrió durante el «descanso» en el poder que se tomó Fianna Fail a mediados de los noventa).

No han sido las cifras negativas las que han colmado la paciencia del muy paciente ciudadano irlandés, ni tan siquiera el saber que durante generaciones los ciudadanos irlandeses se verán obligados a pagar una deuda creada por la mala administración del éxito económico de los noventa, cuando Irlanda era un ejemplo a seguir. El colmo para los ciudadanos han sido las declaraciones de los líderes políticos, que hasta el lunes por la mañana no quisieron admitir que las arcas públicas necesitaban el influjo financiero de las instituciones internacionales. Esa «no-verdad» le ha dolido al público irlandés. Y de esa información particularmente acusa al primer ministro irlandés, Brian Cowen, quien varió su posición en el curso de una semana de un «no queremos plan de rescate» a «por favor, dennos un plan de rescate». Ya antes de que llegara el FMI se levantaban las primeras voces reclamando «la verdad». «Por favor, díganos la verdad, estamos en la bancarrota», suplicaba un oyente de la cadena pública RTE. Y es que al ahogo de los recortes, se une ahora el conocimiento de la deuda interminable y la frustración de la desinformación.

¿Cuál será el precio?

El enfado de los ciudadanos es latente por una intervención externa que se adivina como una brecha en la ya dolorida soberanía irlandesa. Manifestaciones diarias, invasiones en el Parlamento... han sido algunas de las respuestas de los irlandeses a la llegada de las instituciones financieras. Esta República, fundada tan sólo en 1949, cuando el gobierno decidió romper todos los vínculos con la corona británica y poner punto final a su pertenencia a la Commonwealth, se ve de nuevo abocada al neo-colonialismo financiero, y la pregunta en boca de todos los irlandeses es «¿cuál será el precio?».

El único que el actual Gobierno no ha consentido en pagar es el de los impuestos de sociedades, para que las multinacionales sigan disfrutando de las ventajas fiscales de Irlanda. Así, todo apunta a que el nuevo presupuesto lo pagarán los de siempre: los ya mermados servicios públicos, los ciudadanos en listas de espera en la sanidad, los niños que empiezan su escolarización en prefabricados y acaban su educación secundaria en condiciones similares, los trabajadores que verán un aumento de los impuestos, los desempleados que verán recortados sus subsidios, los proyectos sociales y comunitarios... Muchos desaparecieron durante este año, ¿quedará alguno para el siguiente?

Todo está por ver, incluso el futuro de los presupuestos que el Gobierno irlandés plantea presentar el próximo 7 de diciembre parece incierto. En estos momentos el gobierno cuenta con una mayoría de dos votos, pero al abandono de los diputados independientes que le han prestado sus votos en el parlamento legislatura tras legislatura, hay que sumar la esperada elección de otro representante de Sinn Féin, Pearse Doherty, cuyo escaño se confirmará con el recuento de votos el próximo viernes. Y a todo ello hay que añadir ahora la rebelión en las filas del partido, que se ha traducido en las últimas horas en llamamientos por la dimisión de Brian Cowen y una negociación consensuada del presupuesto y del plan de rescate con el FMI. En unos momentos en los que no sólo el Gobierno, sino el partido ha perdido credibilidad, se adivina muy difícil el que primer ministro irlandés mantenga la disciplina de partido en esta votación a pesar del llamamiento de la noche del lunes, cuando advirtió que las bases del pacto de rescate se encuentran en los presupuestos que su gobierno presentará en dos semanas y que una votación contraria a estos presupuestos forzaría una renegociación de todo el pacto

Así, Irlanda se ve en las manos de la UE. Los irlandeses se preguntan si el pequeño país respondón que se atrevió a decir un no inicial a Niza y Lisboa verá tapada su boca por el dinero europeo.

«Por supuesto, es una abdicación total y final de nuestra soberanía. Mientras las olas rompen contra nuestras cabezas, hemos sido inundados con un tsunami de metáforas, por ello, las extiendo aún más: las alas grises de los gansos salvajes han sido rotas por los merodeos de la UE y el FMI. Sé que muchos actualmente lo celebran. Creen que al menos los bancos empezarán a hacer préstamos de nuevo y que nuestros nuevos maestros harán los recortes, especialmente en servicios públicos... Otrós dirán que perdimos nuestra soberanía en 1973, cuando accediendo a la Unión Europea, donamos nuestros derechos pesqueros y cualquier tipo de soberanía sobre las aguas territoriales, y rendimos lo poco que nos quedaba con Maastricht y, especialmente cuando, sin ningún tipo de debate, les dimos nuestra política fiscal y nos entregamos al euro. Pero tomamos nuestras propias decisiones y votamos en referéndum. Ahora realmente no podremos tomar decisiones sobre nuestro destino por décadas. Personalmente, me siento enfermo. Irlanda RIP», apuntaba uno de los comentarios en la página web del «Irish Times», que claramente resumía todas las posturas de la sociedad irlandesa ante la presencia del FMI en el país, el carácter de la negociación y el futuro de la toma de decisiones en Irlanda.

 

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