Los suizos votan hoy una iniciativa sobre la deportación de extranjeros que delincan
Un año después de que se prohibiera la construcción de minaretes en Suiza, sus ciudadanos votarán hoy una iniciativa impulsada por la derecha más conservadora y xenófoba sobre la deportación de los extranjeros que hayan cometido delitos graves o hayan obtenido fraudulentamente prestaciones sociales. El Gobierno ha presentado una contrapropuesta que, según la izquierda, es una forma más educada de aceptar la equiparación entre delincuencia e inmigración.GARA |
Los suizos acuden de nuevo hoy a las urnas para posicionarse en torno a una propuesta que plantea la deportación de los extranjeros que hayan cometido delitos graves en Suiza. La iniciativa popular ha sido impulsada por la derecha populista, con apoyo de la extrema derecha, un año después de la aprobación de la norma que prohibió la construcción de minaretes en territorio helvético.
La iniciativa popular, que volverá a llevar hoy a los suizos ante te las urnas es casi un deporte nacional en la Confederación, ya que constituye uno de los motores de una democracia que está considerada como una de las más exitosas del mundo.
A diferencia del referendo, que posibilita cambios en la ley, la iniciativa popular -un sistema no específico de Suiza- permite a cada elector helvético impulsar modificaciones en la Constitución, siempre que se logren 100.000 firmas de apoyo en 18 meses. La decisión popular no puede ser modificada por el Parlamento ni por el Gobierno.
La iniciativa de la UDC está avalada por 210.000 firmas.
Esta iniciativa xenófoba «Para la deportación de los extranjeros delincuentes» o, simplemente, «Iniciativa sobre el reenvío» fue lanzada en 2007 por el conservador partido helvético UDC, el mismo que promovió la prohibición de los minaretes. Actualmente es posible expulsar a delincuentes de origen extranjero, pero el nuevo texto propone la retirada automática del permiso de residencia en Suiza si han cometido violación, atraco a mano armada, tráfico de drogas o abuso en la recepción de ayudas sociales.
La prohibición de permanecer en Suiza se prolongaría entre cinco y quince años, y podría alcanzar los veinte en caso de las personas reincidentes.
Como ejemplo, la Oficina Federal de Migraciones suiza señaló que, según el texto propuesto, una empleada domésti- ca extranjera que haga horas extras sin declararlas sería expulsada de Suiza, igual que un violador reincidente.
La derecha considera estas medidas una necesidad. Según indica Hans Fehr, de la UDC, «entre el 60% y el 80% de los delitos son cometidos por extranjeros y éstos ocupan hasta el 70% de las plazas en las cárceles». «Es una desproporción que ya no es tolerable», indica, y defiende la iniciativa como «un proyecto de integración no de expulsión por cometer delitos graves».
Auguran la aprobación
Los sondeos pronostican que el proyecto será aprobado por un 54% de los sufragios. De confirmarse este pronóstico, sería un nuevo golpe para la imagen de Suiza en el extranjero. Además, el Gobierno se enfrentaría un nuevo problema ya que deberá decidir entre el respeto al derecho internacional y la aplicación de una norma aprobada por sus ciudadanos.
El resto de formaciones se han desmarcado de la iniciativa y tanto el Gobierno como una amplia mayoría parlamentaria he pedido el voto en contra al considerar que no respeta la Constitución. Algunos van más allá y consideran que instaura un «doble rasero» ante el mismo delito, con penas diferentes según el origen del delincuente.
La propuesta de la UDC contó desde el inicio con un amplio respaldo popular, lo que llevó al Ejecutivo a presentar una iniciativa alternativa, «Expulsión y deportación de delincuentes extranjeros en el respeto a la Constitución», cuyos objetivos, sin embargo, son los mismos, según han denunciado desde el ámbito de la izquierda, aunque maquillados al instar a los cantones y ayuntamientos a que redoblen sus esfuerzos para facilitar la integración de los extranjeros y aboga por las deportaciones «conformes a la Constitución y a la legislación internacional».
Los sondeos pronostican la aprobación de esta iniciativa xenófoba por un 54% de los votantes, lo que supondría un nuevo golpe para la imagen de Suiza fuera de sus fronteras.
Europa es un continente enfrentado a una fuerte inmigración y, con sus singularidades, la deportación de extranjeros es una práctica común en el Estado francés, Países Bajos, Alemania, Grecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Suecia.
Las ventajas fiscales establecidas por algunos cantones helvéticos, como Schwyz, podrían ser eliminadas por una iniciativa popular que propone la introducción de una tasa impositiva mínima para las rentas altas y sobre las que los suizos decidirán también hoy.
Encaramada en lo alto de una colina, la población de Wollerau, en el cantón norteño de Schwyz, ofrece unas impresionantes vistas sobre el lago de Zurich, pero ésa no es la única ventaja de esta pequeña localidad suiza que ha instaurado uno de los regímenes fiscales más ventajosos del país.
Una pareja casada sin hijos, con un ingreso anual de alrededor de 400.000 francos suizos (unos 300.000 euros), paga en torno a 110.000 francos suizos en impuestos si tiene su residencia en Zurich. Si se traslada a Wollerau, 30 kilómetros al sureste, la misma pareja pagaría un 44% menos en impuestos.
Las diferencias en las tasas están autorizadas por la competencia fiscal, que permite a cantones y localidades fijar libremente sus impuestos.
Un sistema que podría verse afectado por una iniciativa que propone establecer un tipo impositivo mínimo del 22% para los ingresos más altos y reducir la presión sobre la clase media.
La propuesta, impulsada por el Partido Socialista, enerva los ánimos de este pueblo de 7.000 habitantes. Si la iniciativa se acepta tendrá efectos negativos para la localidad, advierte su alcalde, Ueli Metzger, quien señala que a medio plazo la gente empezaría a marcharse. Metzger recuerda que Schwytz era un cantón muy pobre hace 50 años y que logró prosperidad gracias a la competencia fiscal.
Los expertos constatan que los distritos pequeños compensan con los impuestos ventajosos su desventaja en términos de negocio e infraestructuras, pero ésta es una práctica que no agrada a todo el mundo y la presión sobre las rentas medias es enorme. Además, la eliminación en febrero de 2009 en Zurich de los costes fiscales para las grandes fortunas no se tradujo en un éxodo de los más ricos. A. LEHMANN (AFP)