Fernando Dorado 2010/11/24
Santos sacrificará a Uribe
La reacción del gobierno frente al asilo de María del Pilar Hurtado en Panamá confirma que la tarea de Santos es recuperar la legitimidad internacional del Estado colombiano. Si es necesario, la oligarquía y el imperio sacrificarán a Uribe. Es desechable. La alianza con la mafia ya cumplió su cometido, lo cual no significa que vayan a acabar con la economía ilegal del narcotráfico.
Los EE.UU necesitan un líder del eje México-Colombia-Perú-Chile como parte de la política de contención de los procesos de cambio que avanzan en América Latina. «La lucha contra el terrorismo y el narcotráfico» -médula de la estrategia gringa-, les exige un mínimo de legalidad institucional. (...)
La legitimidad institucional neo-granadina fue afectada por los desafueros delictivos cometidos por la coalición mafiosa de Uribe. Las clases dominantes y amplios sectores de la sociedad colombiana fueron sus cómplices, convencidos de que «todo vale» en la lucha contra la insurgencia. Ahora, tratan de enmendar la plana sin pagar costos políticos. La actitud de las fuerzas democráticas será determinante para evitar que lo consigan. (...)
El dilema para las fuerzas democráticas no está resuelto. Quienes creen que Uribe es todavía el enemigo principal, inconscientemente le dan la mano a la oligarquía. Le ayudan a ocultar su participación en el concierto mafioso. Le acicalan la «careta humanitaria» que usa para doblar impunemente la negra página del «holocausto colombiano». Y de paso, crean condiciones internacionales para canalizar inversión extranjera, aprobar los TLCs, y posicionar su nuevo liderazgo latinoamericano.
No olvidemos que Santos fue el principal ministro de Uribe. Nuestra tarea debe ser mostrar y demostrar la inconveniencia de su política continuista que favorece a las élites capitalistas y empobrece a las mayorías nacionales. La utilización de la economía del narcotráfico y del conflicto armado colombiano como herramienta de intervención territorial, es uno de los temas a colocar en la agenda de Colombia y de América Latina.
Las fuerzas democráticas no pueden seguir a la cola de las propuestas legislativas del santismo-uribista. Deben impulsar su propia dinámica. Uribe debe ser castigado pero no como un chivo expiatorio sino como representante de una política de Estado.(...)
La señora Hurtado sabe mucho. Fue amenazada y a la vez, «ayudada» por Uribe. Está muerta de miedo. Hay que exigir su extradición. El inevitable sacrificio de Uribe permitirá desentrañar el ovillo de la alianza criminal imperio-oligarquía-mafia. Lo principal es no perdernos en ese enredo. Hay que mirar el conjunto del asunto y tener paciencia. Nada más.