Tan cerca, tan lejos. Apenas 150 kilómetros entre Bilbo e Iruña y un punto de distancia entre Athletic y Osasuna. Y, sin embargo, en qué circunstancias tan alejadas parecen afrontar vizcainos y navarros el primer derbi de la temporada en San Mamés.

Lo hacen con la tranquilidad de saberse arropados los primeros, que sólo han sucumbido ante Atlético de Madrid y Barcelona en su estadio, en el que la mayoría de los rivales ha sufrido de lo lindo. Pero también lo hacen, como cada vez que regresan a casa, con la presión que acarrea su mala trayectoria como visitantes: cada punto que se escapa en los desplazamientos hay que recuperarlo en San Mamés, para que el viaje siguiente pueda interpretarse como una oportunidad y no como una condena.

Precisamente por haber firmado hasta ahora una trayectoria similar, a Osasuna le toca vivir hoy la otra cara de la moneda. Como los rojiblancos -más, en realidad-, el equipo de José Antonio Camacho se muestra intratable en su estadio. Pero en cuanto se sube al autobús, todas las virtudes desaparecen, dejando lugar a un equipo resignado a sufrir. Pero al que, para quien prefiera el vaso medio lleno, el respaldo de su trayectoria local resta cierta presión en los desplazamientos.

Así que si el Athletic afronta la cita respaldado por los números pero obligado por su bipolaridad, Osasuna lo hace condenado por sus estadísticas, pero motivado por las puertas que se le pueden abrir.

Curiosamente, también en ese sentido, pese a la cercanía, parecen alejarse los dos equipos. Sueñan los rojiblancos con enlazar un par de victorias que les permitan codearse, definitivamente, con los gallos de la clasificación; lo hacen los rojillos para, al menos de puertas a fuera, poner tierra, mucha y cuanto antes, de por medio con la zona de penurias.

Llorente y Pandiani, a punto

Sea para mantener su racha, sea para romper la suya, Athletic y Osasuna llegan a San Mamés con sus hombres-gol recuperados. Fernando Llorente, que lleva camino de batir todas sus marcas, ha superado la gastroenteritis que le había impedido entrenar los últimos días y volverá a comandar la ofensiva rojiblanca, con la colaboración esta vez de Gaizka Toquero, igualmente recuperado.

El damnificado, en principio, será Igor Gabilondo, que vivirá el inicio del partido desde el banquillo, con Iker Muniain en banda izquierda. Al centro del campo regresa, una vez cumplida su sanción, otro hombre de características totalmente opuestas, pero al que se echó mucho de menos en el Santiago Bernabéu. Carlos Gurpegi, que volverá a formar pareja con Javi Martínez.

Pero la línea que más preocupa a Joaquín Caparrós, o al menos a la que más atención ha dedicado esta semana, es la zaga. Las alternativas -con Ustaritz y Ocio lesionados- siguen sin ser demasiadas, pero por lo que se vio a principio de temporada, la elección del técnico sería la misma en caso de tener a todos sus jugadores disponibles: se mantienen Andoni Iraola, Mikel San José y Fernando Amorebieta, y regresa Jon Aurtenetxe para completar un cuarteto que no se había visto, partiendo en el once titular, desde que se enfrentara al Barcelona en la quinta jornada.

También ha tenido que esperar bastante José Antonio Camacho para poder volver a contar con Walter Pandiani. Dos microrroturas fibrilares han mantenido de baja al uruguayo desde el pasado tres de octubre, cuando también anotaba su último gol, que valió un punto ante el Levante. Es probable que el Rifle regrese directamente al once titular, lo que enviaría a Fernando Soriano al banquillo.

Menos claro está por quién apostará el técnico murciano en punta: Javier Camuñas pelea por la plaza con Dejan Lekic, el hombre que sustituyó a Carlos Aranda en el Molinón cuando cayó lesionado.

La única novedad segura, de todos modos, pasa por el regreso de Natxo Monreal al lateral.