CRíTICA cine
«El idioma imposible»
Mikel INSAUSTI
De entre entre todos los debutantes que han logrado estrenar película este año convendría retener el nombre de Rodrigo Rodero, que se muestra como el más personal y dotado de un estilo propio. Ha sabido dar un tratamiento muy suyo a la novela homónima de Francisco Casavella, la cual en la pantalla adquiere un aire tristón muy especial. La adaptación, hecha en colaboración con nuestro guionista Michel Gaztambide, evita caer en los tópicos y lugares comunes asociados al consumo de heroína en la década de los ochenta, gracias a lo que se sitúa en las antípodas del cine de Eloy de la Iglesia. Esa ruptura consciente con toda una tradición populista de los «chutes» y los «picos», surge del interés por crear otro tipo de atmósfera, más propicia para dar una visión de aquel fenómeno coyuntural en clave intimista. Mediante una utilización del plano-secuencia a lo Jaime Rosales consigue desprenderse de los superfluo obteniendo momentos tan intensos como el de la procesión de Semana Santa de los marginados del Barrio Chino de Barcelona, o la visita a la vivienda gitana para inyectarse la dosis.
Hay películas que nunca serían lo mismo sin el rostro humano que las guía de principio a fin y “El idioma imposible” es lo que es en función de la presencia absoluta de un Andrés Gertrudix que parece iluminado por el espíritu imperecedero de la nouvelle vague. Domina una pose introvertida que le hace estar fuera del tiempo que le toca vivir y así es cómo su personaje se salva de la quema, sin dejarse arrastrar por amores condenados o relaciones destructivas.
El resto de los secundarios forma parte de un paisaje urbano definido por las canciones, con las que se identifican los diferentes secundarios, destacando Karra Elejalde en su rol de filósofo de taberna al que nadie parece querer escuchar. Pero el tema que mejor encaja en tan olvidado ambiente del pasado es el “Mon amie la rose” cantado por Françoise Hardy, cuya letra es reinventada a su manera por los que entonces no conocían o comprendían otros idiomas.