Belén MARTÍNEZ Analista social
¿Guerra contra el fraude?
En 1981, Georges Gilder publicaba un manifiesto entusiasta a favor del capitalismo titulado Wealth and Poverty (Riqueza y pobreza). Gilder situaba la causa de la miseria en Estados Unidos en «la anarquía familiar entre los pobres concentrados en la inner city (barrios marginales) y alimentados por las ayudas sociales, cuyos efectos no son otros que pervertir el deseo de trabajar, socavar la familia patriarcal y erosionar el fervor religioso, que son desde siempre los tres resortes de la prosperidad».
Desde que vio la luz el alegato que estigmatiza los guetos y sus habitantes, no han cesado las políticas de criminalización de obreros y operarias con ERE, desempleados `de por vida', desempleadas a tiempo parcial, squatters, okupas, personas sin hogar, buscavidas y nuevos pobres invisibles que sobreviven en los suburbios (favelas, banlieues, villas miseria o bidonvilles). Hábitats donde la precariedad y la miseria dificultan cualquier proyecto vital afectivo y laboral cargado de futuro, ya que las condiciones materiales son extremas.
Lo paradójico es que gobiernos que se proclaman de izquierdas emprenden una guerra contra las personas que ven como día a día se degradan sus condiciones de vida, en vez de frenar la desregulación económica y la desprotección social que caracterizan el actual mercado laboral.
Se incrementa el rol penal del Estado en detrimento de lo social, haciendo dejación del compromiso ético a favor de una distribución más igualitaria de bienes y servicios fundamentales. ¿Guerra contra el fraude en la percepción de ayudas sociales o campaña propagandística para justificar los recortes sociales?