Cancún intenta reavivar la negociación climática tras el fiasco de Copenhague
La conferencia de la ONU sobre el cambio climático, que comenzó ayer en Cancún, no está destinada a forjar, según los organizadores, un acuerdo global para combatir el calentamiento del planeta, pero puede avanzar en cuestiones clave como la lucha contra la deforestación. 194 estados se reúnen en la ya capital mundial del clima para tratar de dar un nuevo impulso y recuperar la credibilidad en las estancadas negociaciones.
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Más de 190 países se reúnen desde ayer y hasta el 10 de diciembre en la ciudad balneario mexicana de Cancún para intentar reavivar la negociación sobre el clima, estancada tras el fiasco de Copenhague hace un año.
Destinada a definir la continuación de la lucha mundial contra el calentamiento global a partir de 2012 -cuando expira el Protocolo de Kyoto- la conferencia de Copenhague concluyó con la adopción de un texto no vinculante, negociado a última hora por un puñado de jefes de Estado e impuesto por EEUU, que propuso limitar el alza de la temperatura del planeta a 2°C con respecto a la época preindustrial, sin detallar cómo.
Un nuevo fracaso este año asestaría un golpe fatal al proceso y los organizadores están decididos a lograr resultados que, aunque no se concreten en un tratado internacional, avancen en este sentido de cara a la próxima conferencia de Durban (Sudáfrica), que tendrá lugar a finales de 2011 y que para muchos es la última oportunidad para establecer una estrategia común.
. «No estamos diciendo que en Cancún lograremos un tratado completo y jurídicamente vinculante», precisó el domingo el negociador de la Comisión Europea, Artur Runge-Metzger, quien agregó que «si falla Cancún, deberíamos preguntarnos seriamente si este proceso puede realmente solucionar el problema más importante de este siglo».
Para la costarricense Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), Cancún puede lograr un entendimiento en cuatro aspectos: acciones contra el calentamiento global, transferencia de tecnologías «limpias» de los países ricos a los pobres, creación de un fondo de financiación de las operaciones a largo plazo y reducción de las emisiones de CO2 debidas a la deforestación.
Este último aspecto, uno de los que más avanzaron en Copenhague, es el que presenta mayores perspectivas de éxito en Cancún. La tala de árboles genera alrededor del 20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Se trataría de incentivar económicamente a países con selvas tropicales para que renuncien a la deforestación. El problema radica en la financiación, estimado en miles de millones de dólares anuales.
Pese a los posibles avances, persistirán escollos difíciles de superar, entre ellos el reparto de los objetivos de reducción de emisiones de CO2 entre países desarrollados y en desarrollo.
La voz de los pueblos
Los movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales están dispuestos a librar batallas pacíficas, pero intensas, en debates y movilizaciones que se llevarán lugar de forma paralela al evento oficial.
Según Prensa Latina, las autoridades calculan que en este programa paralelo participarán 12.000 personas, que consideran que se trata de una cumbre de «bajo perfil» por no abordar la continuidad del Protocolo de Kyoto y los compromisos vinculantes de los países desarrollados, cruciales para frenar el calentamiento. Estiman urgente tratar compromisos legales que obliguen al mundo desarrollado a disminuir sus emisiones y pedirán la entrega de los fondos comprometidos hace un año en Copenhague y la creación de un Tribunal de Justicia Climática.
La voz de los pueblos se dejará también sentir en las sesiones, ya que en el documento a negociar se han incluido propuestas aprobadas en la Cumbre de los Pueblos y los Derechos de la Madre Tierra, realizada este años en Cochabamba (Bolivia).
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) lleva una posición común para evitar que Cancún derive hacia la defunción del Protocolo de Kyoto y para no aceptar otra muestra de «diplomacia selectiva» como la de Copenhague.
A falta de un nuevo tratado internacional, Cancún podría avanzar en proyectos concretos de cara a lograr un texto más ambicioso a fines de 2011 en Durban (Sudáfrica). Ésta es la lista de los principales temas sobre la mesa:
-Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero por la deforestación: Se podría pagar compensaciones financieras a los países que la reduzcan.
-El Fondo Verde: En Copenhague, los países industrializados prometieron movilizar 100.000 millones de dólares por año hasta 2020 para alimentar este fondo, destinado a los más pobres. Los países en desarrollo quieren que su gestión dependa de la ONU, pero otros, como EEUU, piden más independencia.
-Fijar los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero: Cancún deberá buscar una fórmula jurídica para fijar legalmente los objetivos y acciones comprometidos en Copenhague en términos de recorte de emisiones de CO2 hasta 2020 y que no son vinculantes. Pese a todo, las promesas hechas hasta ahora son insuficientes para limitar a 2°C el alza de la temperatura media del planeta.
-Y verificarlos: El control del esfuerzo para reducir las emisiones es uno de los temas más espinosos. China, principal emisor, es muy reticente al control exterior de sus planes, algo en lo que insiste el otro gran emisor, EEUU.
-Protocolo de Kyoto: Los países en vías de desarrollo insisten en conservar el único instrumento legal que impone obligaciones en materia de reducción de emisiones, ante la dificultad de concluir un nuevo tratado vinculante.
-Mecanismos de transferencia de tecnología: Se trata de ayudar a los países más vulnerables a acceder a las tecnologías que permiten reducir las emisiones de CO2. En Cancún se podría aprobar crear un comité. GARA
Greenpeace ha pedido a China y a los Veintisiete que «no se escondan más detrás del argumento de que EEUU es uno de los mayores emisores» de gases contaminantes y trabajen para que en la cumbre de Cancún haya acuerdos hacia «economías verdes».
