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Nicolás Xamardo González Profesor de la UPV/EHU

La medida del Estado

Al hilo de la declaración de un dirigente nacionalista que decía que el Estado «ha cogido la medida a la izquierda abertzale, pero también al PNV y al conjunto del nacionalismo», que el autor relativiza, describe como «anticipante y con capacidad de sorpresa» la apuesta política de la izquierda abertzale. Con un PNV en un contexto de «vacío de poder y liderazgo», afirma «oteizianamente» que la situación puede «generar verdaderos procesos de acumulación». Sin obviar los peligros que «la angustia y el tiempo corto» puedan suponer, concluye que, «con paciencia y confianza», el futuro se presenta con «posibilidades ilimitadas».

Un dirigente nacionalista vasco decía hace algún tiempo que el Estado «ha cogido la medida» a la izquierda abertzale, propiciando el «fracaso y derrota de la estrategia político-militar», pero también al PNV y al conjunto del nacionalismo. No le falta razón a este político cuando dice que el Estado español le ha cogido la medida al nacionalismo vasco; pero, al tiempo, hay que señalar que tal generalización es una verdad a medias. O lo que es lo mismo, una mentira que trata de ocultar una verdad; metiendo en el mismo saco lo medible y lo no medible ( bien conoce él la ley de la adición, que no permite sumar, por ejemplo, intereses e ideales).

Y es que todos sabemos que cualquier simple contable sólo puede medir, «cogerle la medida», a quien entra en los parámetros de lo medible. Y en ese sentido, el Estado español sabe muy bien qué es lo que el Partido del Negocio Vasco, como popularmente se le conoce, tiene de contante y sonante. Y tan bien le ha tomado la medida que hizo lo que hace algunos años no se atrevió a hacer (ni siquiera en el momento de mayor debilidad de los jeltzales, cuando la escisión): desalojar al PNV del Gobierno Vasco. Y para tratar de ocultar esta verdad, el dirigente jeltzale utiliza la táctica del calamar.

Ysin embargo, aunque parezca mentira (cada uno sabrá hasta qué punto tiene interiorizada la lógica estatal), sí ha habido quien le ha tomado la medida al medidor, anticipándose a la estrategia de estado que cristalizó en el pacto PP-PSOE, tras las elecciones del 2009. Y es que hubo quien intuyó lo que este estaba buscando con la brutal represión contra el movimiento independentista y la ilegalización de la izquierda abertzale, adelantándose con una propuesta que, por novedosa, sorprendió no sólo a la mayoría de nosotros -y en especial al PNV-, sino al mismo Estado, que, todavía en la clave acción-represión-acción, esperaba una respuesta en los referidos parámetros...

Y la prueba de la referida anticipación nos la ofrece todo lo que ha ido saliendo a la superficie en los últimos tiempos en forma de intervenciones inesperadas. En consecuencia, no es difícil deducir, por lo que sabemos al respecto, que una apuesta de este calado ha tenido que haberse hecho mucho antes de la pretendida jugada maestra del Estado español contra Euskal Herria. Y eso sí es algo irrefutable de lo que nadie parece querer hablar.

Por lo tanto, si de mediciones se trata, ¿quién ha tomado y sigue tomando la medida a quién? Si somos honestos, hemos de reconocer que no sólo en ésta, sino en otras coyunturas, una y otra vez, hemos sido sorprendidos con decisiones anticipantes del MLNV; y ha sido a posteriori cuando hemos ido viendo el alcance y calado de las mismas.

Es la interiorización de esa apuesta y no los cantos de sirena de algunos, las presiones, amenazas y chantajes de otros, lo que nos tiene que dar confianza en la corrección y oportunidad de la referida estrategia.

Pero todavía más. El Estado no calculó que al desalojar al PNV del Gobierno Vasco, dejaba al campo nacionalista sin referente institucional y, con un PNV debilitado, claudicante y humillado, consiguió lo que la izquierda abertzale no había podido lograr hasta ahora: crear un vacío de poder, de liderazgo (Ibarretxe lo ha señalado), que sí calculó el referido movimiento del MLNV. Y de ahí su apuesta por convertirse en el referente del movimiento autodeterminista vasco para sorpresa de unos y temor otros; ya que son estas situaciones de vacío (y no el mero voluntarismo) las que generan verdaderos procesos de acumulación de fuerzas.

Y si somos dialécticos; es decir, oteizianos, hemos de decir que es de las potencialidades presentes en ese vacío de donde surgen las posibilidades ilimitadas que abre esta visión anticipante, convirtiendo la crisis de liderazgo generada por el Estado en acumulación de fuerzas abertzales en el sentido de la autodeterminación de Euskal Herria.

Todo vacío (llámese agujero o crisis, bien sea del sistema, de la Seguridad Social, de las pensiones, de la capa de ozono, etc.) que cada situación nueva provoca, inquieta, angustia; pero, a la vez, dice la verdad (sobre nosotros, sobre la situación) y no engaña.

Eso sí, siempre que lo convirtamos en coraje dirigido hacia lo que, en este caso, es justo para Euskal Herria; ya que, de lo contrario, puede ser mortal, al transformarse en cesión, y hacernos colaboradores de la actual estrategia del Estado contra el MLNV.

Tal es el triste papel que algunos están desempeñando para satisfacción del poder y perjuicio del futuro de nuestro pueblo. Y todavía se hace más penoso (aunque ejemplarizante a la vez) contemplar la inmensa paciencia (confianza en el proceso) de quienes soportan situaciones extremadamente duras y difíciles y asistir a la locuaz impaciencia de quienes gozan de una situación objetivamente mucho más cómoda. Y es que, en momentos decisivos como estos, la angustia, en su dimensión temporal, lo que conocemos como prisa, impaciencia, entra en acción. Y eso lo saben muy bien los servidores del Estado.

De ahí que su estrategia adopte la forma de dilema: dos caras de la misma estrategia para hacer claudicar a la izquierda abertzale. Unos acuciando con la prisa («Si quieres presentarte a las elecciones, condena, condena: claudica, claudica.»), y otros aparentando no tener prisa alguna («Si quieres presentarte a las elecciones, tú verás... Tenemos todo el tiempo del mundo»). Y, por si quedase alguna duda, la represión sigue con mayor saña si cabe para que nos demos prisa en... condenar.

He aquí, en mi opinión, el verdadero peligro que acecha al proceso. Y a este peligro real, encarnado en la imagen de los roedores que abandonan el barco ante la inminencia de un naufragio, se refieren tanto los conservadores y reaccionarios (recordemos el conocido aforismo ignaciano, «en tiempo de turbación, no hacer mudanza», o el famoso artículo de Ansón en el «Abc», sobre las «ratas que abandonaban la nave del régimen franquista») como los innovadores y revolucionarios (pensemos en Lenin debatiéndose entre el demasiado pronto de algunos y el demasiado tarde que le acuciaba en los momentos previos a la decisión de iniciar la Revolución de Octubre ).

Es por eso que manifestamos nuestra confianza en quienes han comenzado a crear un tiempo propio para Euskal Herria en los parámetros anteriomente señalados. Tiempo que nos permita escapar de la referida trampa, alejándonos tanto de aquellos y aquellas que, por no poder soportar la espera, se anticipen y caigan en la ratonera estatal (algo tantas veces visto en Euskal Herria) como de aquellos y aquellas para los que la materialización de cualquier proceso siempre es demasiado pronto.

En el convencimiento de que, una vez más y contrariamente a lo que manifestaba el dirigente jeltzale, ha sido el MLNV quien le ha tomado la medida al medidor del PNV; al Estado. Y no al revés.

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