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Raimundo Fitero

La manita

Decía Perogrullo que una mano cerrada es un puño y de manera apócrifa se dice que una mano abierta, es una manita en un lenguaje patafutbolístico. El partido del siglo de este mes, acabó como una exaltación de esa entelequia que se llama buen fútbol, con los gestos, las patadas, los rituales de este gran producto de masas que ayuda a cauterizar muchas heridas y, sobre todo, a desviar la mirada de las masas sobre sus auténticos problemas. En Catalunya, ganar al Madrid al día siguiente de las elecciones en las que ha vuelto el pujolismo, es una especie de redundancia. En la España cañí, una derrota de esta rotundidad es una acumulación de complejos que acaban en odios y en patadas como las de ese eslabón perdido llamado Sergio Ramos, el que recriminó a Piqué porque hablaba en catalán o que escribió en su perfil de una red social, «Arriba España». Y la pelota es redonda. Como siempre.

La manita, no obstante, no puede acabar informativamente ni con la crisis, ni con las revelaciones de Wikileaks. Y en esta ocasión hay que estar de acuerdo con Javier Solana, el que hasta hace muy poco fue un alto cargo en Europa, que aseguró con displicencia que «todo se sabía ya». Eso es, él, sus jefes, sus socios, los encargados de todas las movidas, sabían que eran presionados por los embajadores, que la soberanía de algunos países es solamente una declaración de principios, y que con dinero casi todo se consigue. Porque sí, es cierto, todos sabíamos, intuíamos, las maneras mafiosas de la diplomacia yanki, pero cuando se ve tan a la claras, cuando aparecen nombres y apellidos, cargos, casos concretos, la cosa entra en otra fase.

La primera de ellas, es la de la suspicacia. ¿Cómo se filtran estos mensajes? ¿A quién interesa que se sepan? Y como lo que vence a las claras es la incredulidad, simplemente pasamos a una reflexión rápida y somera y es cuando nos vemos obligados a confirmar que la justicia española es un cachondeo. Que la Fiscalía del Estado, es incalificable. Que la Audiencia Nacional es más que sospechosa. Resumiendo: que la sumisión a esos seres oscuros que manejan los hilos del mundo empieza a ser vomitiva. Y dolosa.

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