Koldo CAMPOS Escritor
La hermenéutica de la dialéctica
El primer teórico, inmerso desde su atalaya conceptual en el polémico debate, objetó que el huevo fuera frito, contraviniendo la teoría de Huevonsky que insistía en la necesidad de no objetar la inferencia reconstructiva del debate. Un huevo frito demandaría, concomitantemente a su resolución cromática, la implicación creciente de patatas, presumiblemente fritas, que redefinieran la presencia del tubérculo.
El segundo teórico se mostró partidario de las corrientes reestructurativas, enfatizando la necesidad de eludir el declive repentino de la yema, dado que la transferencia masiva exigía respuestas pasadas por agua que desacelerasen el progresivo deterioro de la clara, ya que la ebullición del huevo superaría los obstáculos pendientes de un ajuste estructural.
El tercer teórico, afín a la escuela de Huevonster, enfocó su ponencia en la urgencia de transferir las claras, de modo que el eje de la recuperación no afectara el crecimiento intrínseco del huevo para no erosionar las bases de apoyo. Requería, en consecuencia, que el huevo revuelto reestructurase sus índices y transfiriese su inversión a sectores terciarios antes de que la dinámica nacional corrigiera los naturales desequilibrios.
Por suerte, la gallina, en su aislado corral, luego de agradecer las aportaciones teóricas de los eruditos y de ponderar las ventajas de los huevos fritos, de los revueltos, de los pasados por agua, de los de chocolate, de los de Pascua, de los encerados, de los estrellados, de los batidos e, incluso, del huevo de Colón... siguió poniendo huevos.