CRÓNICA I nacionalización de la banca
El «boomerang envenenado» del capitalismo financiero
Nacionalizar la banca es un imperativo, según el economista Alberto Garzón, para que la recuperación económica se produzca. Este miembro de Attac dijo que no se descarta que Alemania y el Estado francés salgan del euro.
Juanjo BASTERRA I
Alberto Garzón, economista y miembro del consejo científico de Attac, se mostró a favor de la nacionalización del sistema financiero para llegar a un modelo «más justo». Criticó con dureza las multimillonarias ayudas que los diferentes Estados han entregado a la banca para, precisamente, salvar de la crisis a quienes la generaron y «que son los que están aprovechando la situación actual para poner en jaque a los Estados». De estar ahogados han pasado a ser acreedores activos, poniendo sobre las cuerdas a los gobiernos de prácticamente todo el mundo. Por eso, Alberto Garzón se ha unido a esa corriente que reclama que los bancos pasen a manos públicas.
El economista y miembro del consejo científico de Attac acudió a Bilbo a una jornada que organizó la formación política Alternatiba, que lidera Oskar Matute. Explicó de una manera gráfica lo que está ocurriendo en el sistema financiero y señaló que «nunca se había producido una transferencia económica tan inmensa hacia la banca privada desde los gobiernos y bancos centrales».
Los más de tres billones que, según algunos expertos, pasaron de las manos públicas a las privadas para sacarles del agujero, se han convertido en un «boomerang» contra el sistema público. «Quienes necesitaron ayuda, es decir, muchos bancos que explotaron la burbuja inmobiliaria, obtuvieron los miles de millones y se han adueñado de la deuda de los estados y son los que están manejando sus hilos, a través de los fondos de inversión», precisó.
Para él, la única solución viable se encuentra en la nacionalización de la banca. Tendría que ser una banca «con criterios sociales y democráticos» y «dirigida a fomentar la economía productiva» y «abandonar» su misión especulativa. La propuesta de Garzón no plantea una nacionalización directa al uso, sino que se trataría de entrar y comprar una entidad financiera en quiebra, y la mejor posición sería hacerlo a través de una caja de ahorros, porque mantienen un modelo más social. Distintos pensadores y expertos se han pronunciado por un modelo de banca pública dentro de este mundo neoliberal. De hecho, Vincenç Navarro, indicaba ya hace un tiempo que en Estados Unidos estos bancos públicos están ganando adeptos, pero el sistema capitalista es el que posee el control; incluso, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se pronunció a favor. Juan Torres López, compañero de Alberto Garzón, compartió esta idea .
Cajas, ejemplo
Garzón se inclinó por el modelo de las cajas, aunque omitió que en este momento esas entidades de ahorro en el Estado español están haciendo su viaje hacia los bancos. Porque, entre otras cosas, han comprobado que así tienen las manos libres para multiplicar sus beneficios.
Rechazó, por ejemplo, la propuesta de Eric Cantona, ex futbolista, que ha reclamado que el 7 de diciembre todo el mundo saque sus ahorros de los bancos. «Si fuera así, se generaría un grave colapso», dijo. ¿Qué pasaría si se hunde este sistema bancario capitalista? Para la mayoría nada, aunque para Alberto Garzón, como buen economista, significaría «un alto riesgo e impredecible», porque «el poder de los mercados financieros es más fuerte que los gobiernos». Pero indicó que un país, en este caso el Estado español, podría dejar de pagar la deuda, como ya se hizo en América Latina. «Podría decir a estos no les pago y a esos otros sí, y a otro ritmo. Significaría salirse del euro. Pero, para ello, «sería necesario que se salgan del euro primero los más fuertes: Alemania y Francia, lo que no está descartado», dijo. De hecho, el gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, ayer reclamó presupuestos públicos acordes con los tiempos actuales y riguorosos, mientras «abría de nuevo el bolsillo para comprar la deuda soberana para evitar la presión a los Estados». Las turbulencias, la verdad, no han hecho más que empezar.